Las geometrías, collages, la gestualidad y la paleta de colores del pintor Ramon Canet ocupan las paredes de pasillos y habitaciones de la séptima planta de la Clínica Rotger, que su propietaria, Rosa Regi, está convirtiendo en un «museo vivo» tras la reforma.
Una treintena de cuadros y dos murales arropan a quienes acuden al centro como pacientes. «El enfermo ingresa asustado y la idea es romper ese momento» explica Rosa Regi. El arte como terapia y consuelo, como compañía.
Los murales, uno de ellos de más de cuatro metros, se reflejan en suelos y techos desprendiendo una vitalidad muy necesaria para quienes pasan tiempo en la clínica: enfermos, familiares y trabajadores.
El espacio fue el detonante a la hora de crear, afirma el autor. «En este proyecto me enfrentaba al espacio de una clínica, un lugar transitado las 24 horas del día, un lugar vivo, así que comienzas y las ideas van viniendo a base de trabajo, reflexionando, yendo adelante y atrás; los murales son pura gestualidad y en los cuadros de las habitaciones he jugado más con lo formal, con el collage, y con el color».
El nombre de Canet se une al «de otros artistas mallorquines o relacionados con Mallorca», apunta Regi, que han intervenido en este centro hospitalario de Palma: el fotógrafo Pedro Coll, los escultores Amador Magraner y Joan Costa, y los pintores Colette, José María Sicilia y Fernando Pagola.