Oració per la sal es un homenaje «a la memoria del pueblo» de ses Salines, un viaje sinuoso, sin punto de partida ni meta, que desprende olor a mar y a tierra e invita a 'toquetear' los cuatro colores del Ars luliano. Horacio Sapere expone este proyecto en Can Bonico hasta finales de agosto, acompañado de la palabra poética de Àngel Terrón y la banda sonora de Lord 909.
La exposición, comisariada por Bel Gamés, está presidida por una instalación en forma de ocho que, a modo de «grilletes», abraza las columnas centrales de la sala. El artista trabaja desde hace tiempo, también en Nueva York, «con este elemento y su simbología sobre el tiempo y el espacio». Sapere sigue avanzando en su estudio, recurre a la sal y al sarmiento para profundizar «en lo efímero» de unos y «en la constancia» de otros, también para hablar de la vida, de la muerte... Ramon Llull sigue presente en su obra y la banda de Möbius refuerza esa idea que plasmó en lienzo en los inicios de esta nueva experiencia. Ahora ésta le reclamaba volumen y toma forma de instalación. «Es como un Scalextric, como una estructura ferroviaria que evoca movimiento», explica. La pieza de hierro después viajará a Málaga, tras convertir las resinas en cerámicas. La muestra se acompaña de una gran cenefa de lona sintética, donde se repite la misma simbología que antes también ha trabajado en serigrafías u óleos.
El trabajo de Sapere tiene mucho de filosófico, de Lacan y de Heidegger, también de poesía, y se aleja de cualquier actitud «tecnócrata». Después de una temporada en la Isla, en octubre viajará a Montreal para inaugurar una exposición con obra realizada en los últimos años, mientras sigue trabajando en otro proyecto para Brooklyn. Paralelamente, en la Isla, el artista es uno de los artífices del proyecto web Artxipèlag.