Al recalar en la Compañía Nacional de Danza (CND) como director en 2010, José Carlos Martínez (Cartagena, 1969) se encontró con un cuerpo de baile «de autor» dotado de una identidad muy marcada. Era el legado de Nacho Duato. Martínez, un bailarín clásico curtido en París durante 25 años, propuso en su llegada que la agrupación viajara por España y recuperara la tradición del repertorio clásico. Una de las escalas de la gira del espectáculo CND en Punta's , un tributo a la zapatilla de punta, es en el Teatre Principal de Palma, donde ayer debutó y hoy se despide, a las 20.30, como broche final de la temporada del teatro. La última vez que la Compañía Nacional actuó en Mallorca fue en el Auditòrium, en 1997.
CND en Punta's supone el primer programa desde hace 23 años en el que el hilo conductor es la zapatilla de punta. Distribuido en cinco fragmentos, la primera parte es «como un viaje a través de la historia de la danza, con Balanchine y Forsyhte, además del dúo Tres Preludios, que es la esencia de la representación», relata Martínez, autor de las dos coreografías del segundo acto, Delibe Suite y Sonatas . «La idea de todo esto es que en un futuro podamos interpretar los grandes títulos del repertorio clásico y a la vez mostrar la evolución que ha habido y las posibilidades que da ese icono del siglo XIX que son las zapatillas de punta», sigue.
Salarios
La precariedad laboral en la danza es algo patente a todos los niveles. «El salario de los bailarines de la Compañía Nacional es muy bajo. En la ópera de París un bailarín cobra unos 2.300 euros. El nivel de vida no es exactamente igual, pero es evidente que los bailarines en España y en la Compañía Nacional tienen un sueldo muy bajo. Y son la élite de la danza en nuestro país», reflexiona el director, quien reconoce que sus bailarines «están aquí por el proyecto y porque quieren trabajar con Forsythe, Balanchine y con los coreógrafos que tenemos. Si lo que quieren es ganar dinero se van de España y de la compañía. Están aquí por motivaciones artísticas».