«El Consell está cumpliendo con el estado actual de la situación del convento y los técnicos se han personado allí porque se trata de un Bien de Interés Cultural (BIC)». Lo decía a este diario Joan Rotger, vicepresidente insular de Cultura, cuando le manifestamos la inquietud ciudadana por el futuro del monasterio de Santa Elisabet d'Hongria, conocido popularmente por Sant Jeroni, por estar habitado por las monjas Jerónimas de clausura. El convento cerró sus puertas el pasado 3 de junio y las cuatro religiosas que vivían allí se han trasladado a Inca. Se trata de uno de los tres conjuntos conventuales más importantes de la ciudad, por lo que en algunos sectores de la sociedad y la defensa del patrimonio existe preocupación por el futuro, no sólo del edificio, sino del importante legado que alberga.
Según Rotger, cualquier «acción que se realice dentro del convento», tanto por parte de la Diócesis como de la comunidad religiosa, «se debe dar parte al Consell».
Conservación
ARCA exige a la orden religiosa a la Diócesis, al Ajuntament de Palma y al Consell que «trabajen juntos» en la conservación del monasterio. Lo primero que pide esta entidad es que el Consell catalogue e inventaríe todos los bienes muebles, así como que se lleve a cabo una planimetría del inmueble. Una de las máximas preocupaciones de ARCA y de otros defensores del patrimonio es «que se desmembre la colección» y que se pierdan para los investigadores y mallorquines el Arxiu y la Biblioteca, debido a la importancia del primero.
«El convento no puede seguir así [cerrado] ni dos meses más, exigimos que cada uno haga lo que le toque y que no sea ponerse de acuerdo para decidir cómo nos birlan el patrimonio», apuntaba Pere Ollers, presidente de ARCA. «Se debe levantar acta de todo lo que hay allí, de lo que se sabe y de lo que no se sabe, todo debe quedar anotado» en un registro oficial «en el Consell».
Otras fuentes consultadas por este diario apuntaban que circula el rumor de que las monjas se harían llevado a Inca elementos patrimonilaes y también la idea que ya flota en el ambiente, la de que Sant Jeroni se convierta en un centro cultural patrimonial «como lo que ha sucedido con las Caputxines» para conocimiento de la ciudadanía.