El nuncio apostólico en España, Renzo Fratini, presidió ayer el acto inaugural de las XXXIV Jornadas de Patrimonio Cultural de la Iglesia, en la sala de Obispos del Palau Episcopal, acompañado por el presidente de la Comisión Episcopal de Patrimonio Cultural, Jesús García Burillo; el obispo de Mallorca, Javier Salinas y el director del Secretariado de la Comisión Episcopal para el Patrimonio Cultural, Manuel Íñiguez. La inauguración estuvo marcada por la ponencia La Catedral de Mallorca , a cargo de Joan Bauzà, deán de la Seu.
Estas jornadas, organizadas por la Conferencia Episcopal Española, llevan por título La catedral hoy para el futuro: entre la conservación y la innovación y están programadas en el marco del centenario del obispo Campins y la intervención de Gaudí. «La Catedral no puede ser un museo, es una realidad viva», afirmaba durante su intervención Salinas, antes de pasar la palabra a García Burillo y posteriormente a Renzo Fratini. «Gaudí es, sobre todo, un hombre cristiano empeñado en aspirar a la santidad», dijo el último.
El deán Joan Bauzà inició su conferencia citando seis limitaciones de la Seu, «el primer monumento de arte de la Isla». «No son defectos», aclaró para enumerar, posteriormente, las características, como su simplicidad y luminosidad.
Barceló
La comparó con una muñeca matrioska y nombró la última intervención en ella, el retablo cerámico de Miquel Barceló, en la capilla del Santísimo. «Lo más real de la Catedral no está en su piedra, sino en su aliento, en su brisa», pronunciaba al describir «la catedral de la luz», un templo que «no es rico ni ostentoso, sin embargo es bello». Bautizada como Regne dins la mar , «tiene vida, palpita y se mueve», cuenta con siete rosetones y 83 ventanales, además de disponer del mayor ojo de Europa, un rosetón de 100 metros cuadrados.
Objetivo
El president del Govern, José Ramón Bauzà; la presidenta del Consell, Maria Salom, el vicepresident insular de Cultura, Joan Rotger y la directora insular de Cultura, Catalina Sureda, asistieron al encuentro, que culmina el viernes 27 y que tiene como objetivo reflexionar sobre la necesidad de incorporar nuevos elementos artísticos a las catedrales y a los edificios eclesiásticos declarados Bien de Interés Cultural (BIC).