Como otros tantos cineastas, creadores en general, se hartó de esperar. Después de cuatro o cinco años tratando de levantar proyectos, Armand Rovira (Barcelona, 1979) decidió desprenderse de esa ansiedad, volver a sacar las cámaras a la calle e iniciar así la que hoy es ya su apuesta más personal y su primer largometraje, Letters to Paul Morrissey . La película, compuesta por una veintena de cartas fílmicas, capítulos, es «un agradecimiento cinematográfico» a un director que le enseñó que, a diferencia de lo que pensaba, el cine también podía tratar otros asuntos, las drogas o el sexo. Ahí Trash (1970).
Rovira se ha puesto al frente de un rodaje especial, que «se va tejiendo poco a poco» desde el pasado verano y que se apoya en el soporte fotoquímico, en el 16mm en blanco y negro. Otro guiño al cine de Morrissey.
Junto a Edu Biurrun y la productora From Outer Space, Letters to Paul Morrissey va escribiéndose capítulo a capítulo en base a cuatro tramas protagonizadas por María Fajula, Pedro Orell, Xavi Sáez y Almar G. Sato. El hilo conductor es «la búsqueda»: Una mujer madura, una « star sistem », que busca «el amor perdido en jóvenes que se aprovechan de ella»; un hombre que se obsesiona por encontrar la fe perdida; un homosexual que busca a la persona que adulteró la heroína que acabó con la vida de su amante y una joven que padece una enfermedad auditiva que le perturba y que busca la voz que la calme. En ellas también se encuentran referencias claras al cine de este icono de la Factory.
Finalizado el rodaje, Rovira enviará por correo estas cartas fílmicas al cineasta estadounidense. «El juego es enviarle cada semana un capítulo. No hay ningún tipo de pretensión, ni espero nada. La idea no es esa», apunta. La película es «un homenaje a toda la obra de Morrissey», y recupera el espíritu de esas cartas que también se escribieron Víctor Erice y Abbas Kiarostami, o Jonas Mekas y José Luis Guerin.