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Mapas históricos de las Islas, en una exposición de la Biblioteca Nacional

La muestra propone un paseo pintoresco por la forma de Balears y el Mediterráneo

Balears, en un mapa de Blaeu, que data del año 1631.

| Madrid |

Mallorca tiene forma de «piel de cabra o de ciervo, con el cuello cortado y la cola torcida». Son palabras escritas de su puño por Guillermo Terrasa en su Thesoro (1772), un manuscrito que se guarda en la biblioteca del Ajuntament de Palma. A varias figuras se suele comparar la Isla vista en un mapa, según ocurre a la imaginación al ver sus cuatro principales cabos nombrados «d'en Grosér», «Salinas», «Pera» y «Formentor». Así vio la morfología de Mallorca don Juan Pérez Villamil, amigo de Jovellanos y funcionario que estuvo un tiempo entre nosotros a principios del siglo XIX. Precisamente, la forma de Balears se puede ver hasta el 18 de mayo en una exposición de la Biblioteca Nacional en la que se muestra el legado cartográfico de la Real Sociedad Geográfica, cuyo fondo, formado por más de 8.000 mapas raros, se trasladó a la Nacional tras el incendio en 1971 de la sede de esta sociedad matritense fundada en 1876.

En muchos de los mapas aparece representada Balears. Por ejemplo, en el famoso mapa publicado por Blaeu en Ámsterdam en 1631: allí la Dragonera se llama «Dragonero» y están bien diferenciadas las Balears de las Pitiüses. Uno de los mapas más vistosos es el de la cría caballar en España, con las distintas razas equinas marcadas; en el mismo, Pollença aparece como «Pollenza».

Otro mapa que destaca es el de Federico de Witt, otro importante cartógrafo e impresor holandés del siglo XVII. En él, las Islas y sus topónimos están muy detallados. Como curiosidad, Felanitx es aquí «Falanix», y Deià, «Daya». En el considerado primer atlas moderno, el de Ortelio (1572), Mallorca aparece muy mal definida y Capdepera es el «Cabo Lapera». No falta el mapa basado en los conocimientos cartográficos de Ptolomeo, cuyo origen viene del siglo II, es muy escueto y en el caso de Mallorca solo con dos topónimos, o sea los romanos «Palma» y «Polencia» (Pollença), ciudad, por cierto, colocada en sus antípodas, o sea donde está la Colònia de Sant Jordi. En definitiva, la exposición es un paseo ciertamente pintoresco por la forma de nuestras Islas y de nuestro mar.

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