Sergio Dalma regresa con nuevo material, Cadore 33, Disco de Platino en solo tres meses. Un álbum donde vuelve a deslizar las sílabas hasta fundirlas, con esa voz rasgada que implora reciprocidad y una lírica inundada de melancolía, sinceridad y carácter. El vallesano protagonizó ayer a las 18.00 una firma de discos en el centro comercial Porto Pi de Palma, punto escogido para descorchar su nuevo tour con sede en el Auditòrium, de donde ya pende el cartel de ‘no hay entradas' para sus conciertos del 14 y 15 de febrero, a las 21.00.
—Inicia su gira el día de San Valentín, ¿premeditado o fortuito?
—Bueno, digamos que intentamos redondearlo.
—¿Cuál fue el punto de partida de Cadore 33?
—La búsqueda de buenas canciones de autores con los que ya había trabajado y otros nuevos, tratando de meterme en la piel del público para ver cómo las sentirían. He buscado madurez en unas letras que siguen cantando al amor y al desamor, pero desde un punto de vista más adulto.
—¿Con qué canción del nuevo disco se siente más identificado?
—Es difícil, porque hay una muy buena selección. Quizá La aceleración, pero también con Recuerdo crónico, porque musicalmente me recuerda bastante a mis inicios.
—El romanticismo taciturno ha sido una constante en su trayectoria, ¿nunca ha sentido la tentación de cambiar de estilo?
—Me debo a mi público, cuando saco disco mi intención no es conseguir nuevos fans, sino mantener a los que ya tengo, gente muy fiel que tiene mis dieciséis discos. Luego en directo, a veces, me permito nuevas pinceladas estilísticas, pero no en los discos.
—Usted es uno de los artistas más perjudicados por el top manta. ¿Cuánto tiempo le queda de vida al disco antes de ser reciclado a otros formatos más vendibles?
—Es una pregunta que los artistas nos venimos haciendo desde hace tiempo y que desgraciadamente aún no tiene respuesta, las compañías no se han preocupado por ese formato 'x', y me preocupa, porque llevamos tiempo viendo que el CD agoniza.
—Existen solistas melódicos que le cantan al desamor con apenas veinte años, ¿no habría que peinar canas para según qué temas?
—Sí, hay más heridas de guerra... Ahora la industria va muy rápida, da la sensación de que anteponen la venta de canciones a la promoción de la carrera de un artista y eso es peligroso.
—¿Tiene alguna asignatura pendiente?
—Siempre hay algo, hace muchos años tuve una oferta para empezar a estudiar cine que rechacé, y no es que me arrepienta, pero creo que eso me hubiera ayudado a ser mejor artista, me hubiera enriquecido mucho. Pero no me arrepiento de muchas cosas.
—¿Qué siente cuando, al hacer unas compras, de repente suena una de sus canciones por el hilo musical?
—Lo paso mal, no me gusta, me he ido. Me siento raro, cuando me bajo del escenario me gusta pasar desapercibido.
—Usted acusó al gobierno de izquierdas de dejarnos huérfanos de cultura, ¿piensa lo mismo ahora que nos dirige la derecha?
—Estos se la están cargando directamente. Tengo la sensación de que la cultura está agonizando, deberíamos tomar cartas en el asunto.