Su voz sigue intacta, asegura que hace ejercicios vocales a diario, pero lo cierto es que a su carrera musical le queda un telediario. Paloma San Basilio dice ‘hasta siempre' a los escenarios con una gira donde repasa su repertorio más emblemático. «Viajar, escribir y pintar» le llenarán el día a día en breve, pero antes se plantará frente al haz de luz del Auditòrium de Palma para «enfrentarme al público y ganarme un último aplauso», será esta noche a partir de las 22.00.
Reconoce que echará de menos los escenarios, «me fascina la capacidad que tienen de transformar la realidad, de hacerme llegar a lo más íntimo de las personas», aunque no siente miedo al vacío que se abrirá en su vida, «me lo planteo como un reto, como una aventura», confiesa. Pese a haber desarrollado el grueso de su trayectoria en el campo de la música melódica, ha experimentado con el jazz e incluso con la electrónica, «mi hija me ha hecho amar otros tipos de músicas y como no me gusta vivir de rentas decidí abrirme a esos nuevos sonidos».
De talante inquieto, reconoce que su educación ha desempeñado un factor determinante en su carrera, «procedo de una familia muy especial, mis padres siempre me animaron a hacer aquello que me hiciera feliz». Aunque eso suponga ir a contracorriente, «bueno... siempre he sido un poco rebelde», ya nos avisaba en Juntos, uno de sus temas más populares, al «cruzar en rojo los semáforos». A sus sesenta y tres años se siente feliz «por dejarlo en un buen momento, disfrutando de salud y ganas de hacer cosas», y es que para San Basilio «hay vida después de la música».
Le ilusiona el nuevo capítulo aún por escribir que le depara la vida, y esa exultante plenitud que parece disfrutar la sitúa más cerca de la Evita que la consagró hace más de tres décadas que de la jubilación. Aunque siempre nos quedarán sus canciones que, como la uva de Burdeos, mejoran con el tiempo.