Dice Toni Bestard que la presidencia de la Associació de Cineastas de les Illes Balears (ACIB) la asume con carácter «transitorio». En dos años cederá el testigo a Paco Mulet, pero en este tiempo espera continuar demostrando que en Balears se puede hacer cine y que éste puede contribuir, por otra parte, a promocionar internacionalmente «nuestra marca». Su apuesta es incondicional. Su próximo largo, una adaptación teatral de un autor catalán que no quiere aún revelar, será mallorquín.
—¿ Cuánto cine se ha producido en Balears en los últimos años?
— Desde 2011, tres o cuatro películas y bastantes documentales, lo que demuestra que el documental sigue siendo el fuerte de los cineastas de aquí, también por una cuestión de recursos. Se han rodado muchos cortometrajes de gente nueva de la asociación.
— ¿Qué análisis hace de ese balance?
— Pues que aún falta mucho por hacer. Ha habido en España un cambio en todo el sistema de producción y financiación, las nuevas tecnologías han ayudado a que la gente salga a contar historias con la cámara, pero han sido años sin el apoyo institucional suficiente y se ha echado en falta que se hagan más cosas. La proporción aquí es la que es partiendo de que en Balears no hay muchos cineastas. La realidad es que producir siempre ha sido una lucha constante y lo que tenemos que conseguir es que no sean luchas, sino que un creador pueda contar sus historias, levantar sus proyectos, sin necesidad de que eso sea un sufrimiento.
— ¿Esa situación ha generado frustración en algunos?
— Sí, pero lo podemos extrapolar a toda España. Somos varios los cineastas que hemos hecho una película en Mallorca y no hemos conseguido hacer aún una segunda. En cualquier caso, también hay pros y están en la revolución digital. Ahora se pueden hacer cosas a un precio más económico que antes.
— ¿Habrá en 2014 alguna ayuda al cine balear?
— La única aportación institucional que hay viene a través del Institut d'Estudis Baleàrics para promoción exterior de proyectos que se rueden aquí y también para subtitulado. No hay ayudas a la producción, ni a la distribución. En eso estamos totalmente desnudos. Tampoco tenemos que dar la imagen de mártires, de que sin ayudas no vamos a hacer cine. Vamos a hacer cine, pero tiene que haber un compromiso con la cultura por parte de las instituciones, es nuestro signo de identidad. Si no se protege eso, desaparece y los cineastas emigran. No estamos pidiendo un apoyo al 100 por cien.
— ¿Cree que el sector debería haber luchado más por mantener esas ayudas?
— Es posible.
— Las instituciones no han hecho una gestión ejemplar...
— La idea es recuperar el diálogo. Ahora la situación es distinta a hace unos años, hay un cambio en los modelos de financiación con mayor implicación privada. Eso no significa que el apoyo institucional tenga que ser cero. El nuevo modelo debe compensar por esa inversión, pero para que eso pase tiene que haber un cambio legislativo.
— Dice que quiere mostrar a los creadores que aquí se puede hacer cine.
— Sí, no tenemos que tirar la toalla. Se puede hacer cine. Hay que motivarse y no caer en el pesimismo.
— ¿Cómo viene la nueva generación de cineastas?
— En cada generación siempre hay un par que despuntarán, pero a mí me interesa el resto, aunque se queden en el marco de Balears. En los últimos años estamos viviendo una profesionalización del sector.
— ¿Para cuándo el segundo largometraje?
— Ahora estamos volcados con la postproducción de Descubriendo a David Prowse. Este año supongo que iré de festivales con Foley Artist y trataré de mover el guión de un largometraje de ficción, un proyecto low cost. Es la adaptación de una obra de teatro de un autor catalán.
— ¿Para volver a rodar en Mallorca o fuera?
— De momento, mi cabecita está aquí. Quiero seguir apostando por Mallorca hasta que ya sea insoportable. Aquí hay un trabajo personal que he hecho y quiero que tenga una continuidad y unos frutos.