La permisividad de descargas ilegales en Internet implica que los usuarios accedan a conseguir discos de forma gratuita. Este hecho, sumado a la crisis económica, se convierte en «una lacra» para la industria discográfica, que trata de explorar nuevas vías de supervivencia. Sebas Rosselló y Joan Vich capitanean la discográfica Primeros Pasitos desde 1998, cuando quisieron impulsar el trabajo de Satellites. «Montar un sello requiere una serie de trámites burocráticos y un mantenimiento posterior. Por eso la gente se autoedita sin montar nada, porque si no es una ruina», reflexiona Rosselló.
Que Primeros Pasitos todavía siga navegando no entiende de razones económicas, si no más bien románticas. «Por reputación. Empezamos como discográfica, luego montamos una sala de conciertos –Sonotone– y ahora nos dedicamos más al booking, agencia de contratación».
El fondo de catálogo, con más de 600 referencias, es el que avala la subsistencia de Blau. «Tirar adelante un proyecto de una discográfica, hoy en día, es una locura. No es un negocio. Nosotros combinamos tienda con discográfica», asegura Miquel Àngel Sancho, comandante del sello. Sancho aspira a «conseguir un marco legal que no nos tenga en indefensión jurídica». Tanto él como Miquel Brunet, de Ona Edicions, señalan a las operadoras telefónicas como el principal enemigo de la industria.
Herramienta
Brunet considera que la suya «no es una discográfica al uso que sólo viva de vender álbumes. Antes el disco era un negocio, se vendían y se podía ganar dinero. Ahora, más que ser un producto, se ha convertido en herramienta para el músico. La combinación de grabar, editar y publicar nos permite seguir en el mercado».
Respecto a si todavía tiene sentido el formato físico, Sancho responde rotundo: «Totalmente. Sin él no eres nadie. Primero, porque se escucha mejor. Después, por cuestión de imagen, cuando te presentas a una radio o a un mánager con un disco estás diciendo que tienes detrás a gente que ha creído en ti. Y eso es importantísimo».
La trayectoria de Toni Fernández al frente de Digitals Pro se remonta a los años 80. En el 92 se fusionó con Ona Edicions y creó Ona Digitals, que se deshizo en 2011. «Sobrevivo de la música desde hace 35 años. Nunca he tenido claro qué es lo que iba a pasar seis meses después. Una discográfica, en el sentido tradicional de la palabra, ha dejado de existir. Eso de que alguien produce, vende, distribuye, rentabiliza sus producciones y se convierte en promotor de cultura ya no existe».
El porvenir de la industria, en fase de reinvención, sigue siendo una incógnita, como un náufrago que no sabe hacia qué dirección nadar. «El futuro no lo saben ni las multinacionales», zanja Miquel Àngel Sancho.