«Una isla como Mallorca necesita una orquesta en condiciones como la que tenemos, cueste o no cueste». Lo decía ayer a este diario un abonado de la Orquestra Simfònica, Antoni Contestí, horas antes de acudir, junto con su esposa, también abonada, al primer concierto de temporada. Una vez solucionado el conflicto laboral y el problema económico que mantuvo al colectivo en huelga varios meses, vuelve la música de nuevo al Auditòrium y ayer lo hizo con Beethoven, Chaikovsky y Dvorak, bajo la batuta de Josep Vicent.
La fidelidad de los abonados es tal que Contestí desconocía a mediodía el contenido del debut, «porque aún no tienen los programas, nos dijeron que lo miráramos por Internet», pero no le preocupaba. Eso no haría variar sus planes. «Con los abonos hemos tenido la suerte de que nos han dado las mismas butacas que teníamos antes [de que la orquesta se fuera al Teatre Principal]».
Más aforo
Joseph Egger es otro de los entusiastas del conjunto sinfónico local, al que ha apoyado con su abono anual y organizando conciertos dentro y fuera de la Isla. Egger está contento de que se haya solucionado el conflicto, de que la sede de la temporada sea de nuevo el Auditòrium, «porque tiene un aforo mucho mayor», y de que «sea una sola institución, el Govern, quien se haga con la responsabilidad de la gestión». Sin embargo, cree que los conciertos de abono deberían costar más de treinta euros «porque eso permitía traer directores y cantantes internacionales». Luego, dice, siempre puede haber descuentos para colectivos concretos.
Por el contrario, María Alonso, encantada de que ayer se fuera a interpretar el Concierto nº 1 para piano de Chaikovski, «uno de mis compositores favoritos», no le parece bien «que haya subido del abono, aunque supongo que ha sido por culpa del IVA». Abonada «desde hace muchos años», siguió con preocupación el conflicto «y participé en las movilizaciones» de apoyo. María critica el papel «confuso de algunas instituciones» que, como Cort, han disminuido sus aportaciones económicas, y que los músicos, que no cobraban sus nóminas, hayan sido «los paganos de la crisis». Respecto a la vuelta al Auditòrium apunta que «me gustan los dos sitios, el Principal me parece más acogedor y el Auditòrium más frío».