Al conocerse durante un Erasmus en Perugia, Italia, descubrieron que compartían afición por el cómic, Woody Allen o la cerveza. Las vidas de Joan March (Palma, 1981) y Sebastián Cabot (Palma, 1981) se cruzaron de casualidad. El primero estudiaba Farmacia en Valencia y el segundo Bellas Artes en Barcelona. Años después del primer encuentro, ya licenciados, trazaron una amistad que desembocaría en la creación de Perros y clarinetes (La Cúpula), una novela gráfica costumbrista que se presentará el 27 de octubre, dentro del festival Còmic Nostrum, a las 11.00 horas, en la Escola Superior de Disseny (Institut Balear, 5, Palma).
Los cimientos de la historia los puso Sebastián Cabot al adoptar un perro y comprarse un clarinete durante una época que pasó en la Isla por cuestiones familiares. Los días transcurrían lentos, el tiempo se había congelado, era como el día de la marmota. En ese período, Cabot, en paro, disponía de tanto tiempo libre que optó por retomar el dibujo, disciplina que abandonó al comenzar la carrera en virtud de las artes plásticas. «No me sentía con la seguridad de escribir una historia solo», dice. Por eso acudió a su amigo Joan March, quien se encargó exclusivamente de la elaboración del guión. Perros y clarinetes cuenta la rutina de Nicolás, un joven licenciado en Humanidades, que vive solo, cobra la prestación de desempleo y toca el clarinete. El protagonista del relato se apoya en un colega a quien contarle las penas y en un puñado de discos de jazz. Sin embargo, también debe lidiar con la presencia de un vecino muy fanfarrón». No atraviesa su mejor momento. Su expareja le regala un perro y sus hábitos se alteran.
Cualquier semejanza con la realidad es pura coincidencia. No es una autobiografía de ninguno de los autores pese a que aparezca un perro y un clarinete o que transcurra en barrios como el de Gràcia o el Raval, ambos de Barcelona, ciudad en la que vive Cabot. «No tiene que ver más que el hecho de que tiene una edad parecida a la nuestra, está licenciado en Humanidades, una carrera, a priori , de poca utilidad, que está en el paro y tiene una vida costumbrista como la nuestra», señala March.
Intelectualoide
«Lo veo como contrapunto de los perroflautas, que son los hippies que van a sacar al perro, con una vida más o menos perra, y tocan la flauta para sacar pasta a pesar de conocer solo dos o tres acordes. Pues un poco más intelectualoide sería el que toca el clarinete», sostiene Joan March. El libro, que recibió una mención especial en el IV concurso de novela gráfica Fnac-Sins Entid (2011) trata de «buscar respuestas al desasosiego de la vida moderna».