El empresario y transportista Xim Quesada, propietario de Balears Art i Llar S. L., se quedó de piedra cuando vio en la prensa las fotos de un cuadro como el que él tenía guardado en su oficina desde hacía unos meses, a la espera de que su propietario, -«pensaba que era de un cliente»-, lo reclamara-. La obra había llegado a sus manos envuelta y dentro de una caja de madera de las que se utilizan para el transporte de obras de arte, una caja «de las de excedente de cupo» que le regalan y que él reutiliza para nuevos envíos «porque son muy caras y porque es una forma de reciclar».
«Estaba en un bar, pedí permiso para arrancar la hoja del periódico, fui a la empresa para cotejar las imágenes con el cuadro y me quedé... ya se puede usted imaginar cómo». Era el boceto de Joan Miró, sin firmar, número XVIII y XIX de la Serie Gaudí de obra gráfica, propiedad de la Fundació Pilar i Joan Miró de Palma, del que, la semana pasada, el Ajuntament de Ciutat anunció que se había extraviado y cuya desaparición denunció ante la Policía Nacional.
Se trata una pieza con anverso y reverso, cuyo valor, según el seguro, es de unos 450.000 euros. El boceto sobre papel, tal como se había explicado en rueda de prensa, estaba enmarcado y protegido con cristal por ambas caras y así se encontraba en Balears Art i Llar.
Cuando Quesada comprendió que sí, que era el mismo cuadro que se reproducía en la prensa, se puso en contacto con este diario para contar que se encontraba en su poder.
Lo que el pasado viernes había comenzado como un misterio indescifrable y la dimisión de la directora de la Fundació, Elvira Cámara, finalizaba ayer con una alegría y con la pieza durmiendo custodiada en la comisaría palmesana, para 'viajar' hoy a la Fundació de cuya colección forma parte.
Quesada recuerda que, meses atrás, «uno de los carpinteros se presenta aquí [su oficina] con la obra y me dice que la ha encontrado en una caja que iba a arreglar para hacer un transporte; y ahí quedó, a la espera de que alguien la reclamara. Un día, como nadie lo hacía, la desenvolví y vi que era una cosa muy contemporánea; pensé que era algo de un cliente que iría para restaurar porque hay trozos que están pegados con celo barato». Y en su oficina seguía el boceto extraviado hasta que la noticia de su desaparición llegó a los medios de comunicación.
Respecto a la cinta de celo pegado en una de las caras del mismo, y los pequeños cartones recortados en la otra a modo de collage , Cámara había explicado que formaba parte del proceso de trabajo de Miró. El artista preparaba un previo a modo de maqueta, para «ver cómo quedaría lo que él quería hacer», antes de entrar en el taller de grabado.
Según informó la Fundació el pasado viernes, esta pieza está datada en 1975, mide 89 x 63 centímetros y se expuso en la Sala Kubo del Kursal de San Sebastián entre julio y octubre de 2010. Se echó en falta en noviembre de 2011. Aparece en la página 465 del catálogo de la fundación palmesana.