Puede que fuera por el programa, que incluía piezas de Bach, Beethoven, Lutoslawski y Schumann, pero, probablemente, las casi 500 personas que llenaron ayer la finca de Raixa lo hicieron para escuchar el virtuosismo del violinista Francisco García Fullana y del pianista Óscar Caravaca, que actuaron dentro del XXIX Festival de Música de Bunyola.
El inicio del concierto se retrasó cerca de media hora por el continuo goteo de asistentes, que llenaron todos los asientos habilitados; además algunos que se quedaron de pie o se sentaron por los alrededores. Entre el público se encontraba la profesora Teresa Ripoll, quien, junto a Bernat Pomar -cuyos familiares también estuvieron presentes-, fue la primera profesora de violín de García Fullana. Entre las autoridades que no quisieron perderse este evento estaban el secretario autonómico de Cultura, Guillem Estarellas; el conseller insular de Presidència, Jaume Juan, y el alcalde de Bunyola, Jaume Isern, además de personas relacionadas con el sector de la música, como Marcelino Minaya, gerente de la Orquestra Simfònica.
Tras la presentación de los músicos, un sonoro aplauso dio pie a un silencio que rompieron las notas que emitía el violín de Francisco García Fullana, quien inició en solitario el concierto con la Partita nº3 en mi mayor, BMV 1006 de Johann Sebastian Bach, con la que demostró la técnica que ha depurado en años de estudio, tanto en España como en Nueva York.
Después, la complicidad entre García Fullana y Caravaca quedó patente con la Sonata para violín en la mayor, Opus 12 , de Beethoven, con la que concluyó la primera parte de la actuación, tras la que estaba previsto que tocaran la Partita para violín y piano de Witold Lutoslawski y la Sonata para violín Núm.2, Op. 121 de Robert Schumann.