Los hallazgos en torno a Almallutx no dejan de producirse desde que hace dos años un grupo de arqueólogos, dirigidos por Jaume Deyà y Pablo Galera, diera en el Gorg Blau con este yacimiento, núcleo principal de la resistencia islámica durante la Conquesta. Los últimos trabajos han permitido dar con la mayoría de las estructuras hidráulicas que eran utilizadas por los habitantes de Almallutx para moler trigo. Así lo confirma Deyà, quien reconoce que del estudio de éstas se puede obtener «información sobre cómo funcionaba Almallutx, sobre la dimensión que tuvo, sobre cómo se organizaban», y de si estos molinos fueron utilizados por otras alquerías o fincas cercanas.
Estas estructuras, conectadas por acequias, aparecen en la documentación del siglo XIII. «En el Llibre del Repartiment se hace un listado de los molinos que había en la zona», apunta Deyà. Gracias a las aportaciones del historiador Plàcid Pérez, los arqueólogos han dado «con seis molinos en línea. Hemos comprobado que son de origen musulmán y que debieron utilizarse hasta la época moderna. Eran molinos para trigo y, con posterioridad, dos de ellos se convirtieron en molinos draperos y trataban la lana». El arqueólogo detalla que estas dos estructuras son las mejor conservadas, «están reconstruidas y se puede apreciar todavía la torre de caída del agua o la casa del molinero». Los molinos se encuentran en la zona de un torrente, una buena ubicación porque «permitía utilizar el cauce del agua». Al mismo tiempo, Jaume Deyà cree que es posible que «algunos se destruyeran por la fuerza del agua en alguna crecida».
Los expertos barajan distintas hipótesis sobre quién más utilizó estos molinos, ya que hay alquerías próximas y «otras que desconocemos»; y no descartan que fueran comunales o de uso rotatorio.