Unos reyes proceden de Oriente, otros son de linaje Borbón, y los hay del rock, el soul o el blues, así que por qué demonios no iba a existir un rey del power pop . Paul Collins se invistió monarca del género en su último álbum de estudio, The king of the power pop (2010), un trabajo que jugaba en la misma división que aquella pequeña obra maestra que extrajo de su chistera en 1979, The Beat , con la que sacudió los cimientos de la escena underground a golpe de canciones que desprendían una tremenda energía, breves pero intensas, como el buen pop. Collins actuará de forma gratuita el 30 de julio en la Plaça Major de Pollença, a las 23.00
-Un mes después de la tragedia del World Trade Center aterriza en Madrid, ¿se encontró una ciudad muy distinta a la que visitó en los ochenta?
-Totalmente cambiada, llegué a España en el año 1984, solo había dos canales de televisión, así que la sociedad hacía vida en la calle. Podía ser lunes pero el ambiente que se respiraba era siempre de sábado noche. Para mí todo era nuevo y excitante, era una época muy creativa, todos eran fotógrafos, pintores, escritores o músicos, era una sociedad cargada de esperanzas.
-¿Tiene algún nuevo proyecto entre manos?
-Trabajo en mi próximo disco, aunque, de momento, estoy bastante ocupado haciendo conciertos. Dentro de poco tocaré en China, un lugar donde no he estado y que me apetece bastante.
-Hoy las parejas se escriben WhatsApp en lugar de poemas, ¿la celeridad de nuestros días ha hecho que se pierda el romanticismo?
-Yo no he perdido el romanticismo, pero, claro, soy de la vieja escuela, los jóvenes tienen otros referentes, no mandan cartas, se envían sms. Pero con un móvil nunca se podrán escribir canciones.
-Tennessee Williams escribió «la vida es una obra bastante buena, salvo el tercer acto, el último», ¿está de acuerdo?
-Le entiendo, pero, de momento, prefiero no mirar al futuro y disfrutar del presente.
-La crisis ha dejado en pañales a la cultura, sin embargo ¿podría encontrarle un aspecto positivo a la actual coyuntura económica?
-Siempre que las cosas van mal, aparecen otras propuestas que toman las riendas. Es como cuando un árbol grande se cae y de sus raíces crece vida.
-¿Cuál es su rincón favorito de la Isla?
-Pollença, es un paraíso.
-¿Comparte la idea de que la música no es necesariamente la profesión más lucrativa para la mayoría de artistas?
-El empuje del artista no es amasar dinero, sino crear arte. Ser rico es muy relativo, yo no lo soy a nivel económico pero sí en vivencias.
-¿Qué diferencias encuentra entre la escena neoyorquina de los ochenta y la actual, concentrada en el efervescente barrio de Williamsburg?
-Actualmente puedes publicar discos y dar conciertos sin estar en ninguna casa discográfica, antes era totalmente inviable. El concepto 'hazlo tú mismo' resulta clave en la actualidad.
-Johnny Cash dijo que «la realidad causa estragos en la ficción», dígame: ¿Ha conocido a alguien a quien admirase que le haya defraudado?
-He comprobado de primera mano la pésima calidad humana de muchos artistas a los que admiraba. Pero no diré nombres.
-Es habitual en artistas de su edad recurrir a la nostalgia por lo irrecuperable para inspirarse en la composición, ¿que le empuja a escribir a día de hoy?
-Mi amor por la música, es un sentimiento tan grande que cuando culmina con la creación de una canción resulta extremadamente dulce y bonito.