Se asomaba la sombra de Alejandro Sanz sobre el escenario de la plaza de toros de Palma y se desataba el júbilo. Tuvo que desaparecer la tela triangular que cubría al cantante de Moratalaz para que se hiciera real: estaba aquí, ayer, presentando la gira La música no se toca , con una banda compuesta por 10 músicos y con 8.000 seguidores en el ruedo y en las gradas coreando su nombre. Había agotado entradas.
Minutos antes de la actuación, numerosas personas devoraban sus respectivos bocadillos ya que estaba prohibida la entrada tanto de comida como de bebida. Hubo algunos acólitos que, al no disponer de entradas, se conformaron con escuchar a su ídolo desde fuera, en las barreras del recinto.
Eran las 22.00 y Sanz, bajo un escenario de 16 metros de altura por 20 de fondo, recitaba los primeros versos de Llamando a la mujer acción . Pantalones tejanos y camiseta negra de pico ajustada, el músico tardó poco en cautivar a sus fieles. Cómo decir sin andar diciendo y Se vende precedieron su presentación. «Buenas noches, qué gusto verles», saludó. El cantautor se gustaba y asentía con la cabeza como muestra de agradecimiento por el cariño que recibía de los presentes. «Huele a conciertazo», avisó Sanz. «Ésta es su noche, va por ustedes». Brindó el concierto al público como hace el torero cuando lanza la montera. Con proyecciones audiovisuales de fondo y un espectacular juego de iluminación, Sanz se preguntaba Desde cuándo para cohesionar Nuestro amor será leyenda , El alma al aire y La Habana , que le sirvieron para encandilar a los asistentes. Sanz situaba el micro en el aire para que los oyentes se hicieran suyas las canciones. «Cuando llegas a la Isla tienes una cosita que te hace sentir bien», aseguró el cantante. «No hay lugar, ni en el corazón ni en la cabeza, para las pamplinas. Sólo bellas instantáneas de los olores, de los colores, de las risitas de la gente. Ése es nuestro credo». Continuó el repertorio con Quisiera ser , Enséñame tus manos y Para que me quieras . Alejandro Sanz se mostraba colosal. Su voz rasgada, sus movimientos de cintura y su sonrisa sedujeron a la mayoría. No obstante, un grupo de minusválidos estuvo descontento por la ubicación que les cedieron, una plataforma reducida con escasa visibilidad.
Una de sus fans, Ángela Bailón, le mostró una pancarta de pequeño formato en la que se podía leer: «Si es lo que quieres... súbeme y bailo con vos», que es una frase de una de sus canciones. A Sanz le alcanzó la vista para hacerle la réplica: «Yo es que bailo fatal, sino te subía a bailar conmigo ahora mismo». A continuación interpretó Mi soledad y yo , Every little thing she does is magic , una versión de Police, o su éxito por excelencia, Corazón partío . Antes de los bises se despidió con Looking for paradise y La música no se toca para reaparecer cantando Mi marciana e Y si fuera ella . Se abrazó a sus músicos y marchó, ovacionado, con el videoclip Quedará la música . «No es el final, se vienen ustedes de viaje conmigo. Gracias a todos, gracias Mallorca».
De haber sido torero, Alejandro Sanz hubiese cortado dos orejas y salido a hombros del coliseo.