Alécio de Andrade (Brasil, 1938 - París, 2003) llegó a Europa en 1968. Asentado en París, empezó a buscar aquellas obras que hasta entonces sólo había podido contemplar reproducidas. Así que el Louvre fue para él, como para otros muchos artistas, su escuela de Bellas Artes y, al final, «según han dicho muchos periodistas, su obsesión». Durante cuarenta años, el también poeta y pianista se dedicó a fotografíar, «a mirar las obras que le gustaban y a los visitantes» que acudían al Louvre atraídos por ellas. De esas 12.000 imágenes que atesora su viuda, Patricia NewCorner, la Capella de la Misericòrdia exhibirá desde hoy una selección de 70. La inauguración será a las 20.00 horas.
De Andrade, que cubrió la revolución portuguesa de los Claveles como fotógrafo de Magnum, captó la cotidianidad del museo: Un guarda custodiando la Gioconda; niños derrotados por el sueño; parejas que se besan; un hombre analizando a un centímetro un óleo de Caliari; tres monjas extasiadas ante Las tres Gracias, de Regnault, o sus propios hijos mirando La gran odalisca, de Ingres. De su pasión por el arte es responsable su relación «con muchos artistas», recuerda NewCorner -vinculada familiarmente a los Pleyel-, a quien conoció a través de Julio Cortazar. Con él, De Andrade firmó un libro, París. Ritmos de una ciudad. También fue íntimo de Henri Cartier-Bresson.
Alécio de Andrade guardó cientos de carretes sin revelar en el interior de un piano. Su viuda los rescató. Algunas de esas imágenes forman parte de esta muestra que no ha visto París y que llegó a España gracias al diseñador Chus Burés. En Palma podrán visitarla hasta el 27 de junio.