El boxeo y el amor alejan a Julián (Álex González) de la manada de lobos xenófobos en la que se crió. En esa redención bautizada en el cine –desde el pasado viernes– como Alacrán enamorado, novela homónima de Carlos Bardem, incide Alyssa (Judith Diakhate), la secretaria del gimnasio de Carlomonte (Carlos Bardem). Los neonazis acólitos del ultraderechista Solís (Javier Bardem) no aceptarán el desapego de Julián ni su vínculo con Alyssa. Diakhate, bajo la dirección de Santiago A. Zannou, encarna a una mestiza que esquiva el aguijón del alacrán (Julián) para conseguir domarlo y agazaparlo.
—Recientemente dijo que había sido un reto participar en este filme. ¿Por qué?
—En un principio costó mucho convencer al autor y coguionista de la novela, –Carlos Bardem–, quien tenía la intención de mantener a Alyssa como en el libro. Mi personaje es hija de inmigrantes, pero pertenece a la cultura española. Era interesante para Santiago y para mí hablar de qué pasa con las segundas generaciones en nuestro país. Aquellos hijos de padres inmigrantes que nacen aquí y conviven con diferentes culturas. Hay que empezar a integrar a las personas que vienen de otras culturas en España. A veces no se refleja del todo en los medios de comunicación.
—¿Cómo se maneja a un alacrán?
—Desde el amor. Con Santiago discrepábamos porque él quería que Alyssa fuera una mujer que le mirara desde el amor y yo a veces sentía que ella actuaría más desde el enfado o la rabia. Pero considero que tenía razón, el mensaje de esta película es que tú, para superarte, para vencer tus miedos, nunca lo harás desde la violencia.
—Usted, como Alyssa, ¿se ha sentido alguna vez despreciada en su profesión por su color de piel?
—Afortunadamente no he sentido lo mismo que el personaje, que es mucho más extremo. Sí que creo que, tanto por ser mujer, como por ser negra, todavía hay una lucha y un camino por recorrer para ser aceptada en una sociedad y realmente integrada como parte de la cultura. En mi trabajo es verdad que, a veces, todavía queda un largo camino para que cuando se vea a alguien de otra cultura u otra raza no siempre aparezca el estereotipo del inmigrante.
—¿Ve en ‘Alacrán enamorado' alguna posibilidad para los Goya?
—Veo muchas posibilidades. Ésta es una película muy arriesgada, redonda, que en su conjunto toca unos temas que en este momento pueden hacer reflexionar.
—¿Considera que las ideologías del odio son más notables durante la crisis?
—A lo mejor uno es más permeable a identificarse con la ideología del odio durante las crisis, porque, al final, cuando uno ve amenazados sus recursos, actúa una autodefensa en la que a veces los prejuicios y atacar al de fuera pueden hacer que calen más en la impresión de la gente. Espero que esta película invite a reflexionar, te das cuenta de que no sirve de nada culpar a alguien de una cultura diferente. A veces me cuesta hablar de esto porque en una sociedad multicultural me parece difícil que puedan existir personas que todavía piensen que la culpa es del inmigrante. Ahora es una época en la que a nosotros, como españoles, nos va a tocar emigrar.
—¿Es tolerante España con el inmigrante?
—Creo que podría ser más tolerante con el inmigrante.