Con voz y música de órgano, la Coral Universitat y el Orfeó de la UIB interpretaron ayer en la Catedral el Via Crucis que el compositor Franz Liszt escribió al final de su vida. Fue con el acompañamiento instrumental de los dos órganos del templo, en las manos de Bartomeu Mut y Arnau Reynés, y bajo la batuta de Joan Company.
Una iluminación especial para el canto de esta pieza que repasa las 14 estaciones de la pasión y muerte de Cristo, así como la presencia de varias personas que leían textos desde los púlpitos y la de una imagen de Jesús crucificado presidiendo el escenario, que era el altar mayor, imprimieron al concierto un clima de 'teatralización' y de la espiritualidad propia de estas fechas, clima que ayudó a crear una sencilla simbología.
De la obra había dicho Company a este diario que esta pieza del siglo XIX era un «homenaje al canto gregoriano, a Bach y a la escuela de Viena», además de «anticipar la música del XX y ser austera».