Cuando se conoció que el Gobierno central subiría el IVA de las entradas a los espectáculos de un ocho a un 21 por ciento, el sector teatral consideró que era un «golpe mortal» y una «puntilla a la industria». Ahora que han pasado varios meses desde que en septiembre de 2012 entrara en vigor este aumento de trece puntos, algunos teatros de Mallorca hacen balance de la situación en el último trimestre del año pasado, que revela que el número de espectadores no ha descendido en exceso, aunque para mantenerlo se han sacrificado beneficios y puestos de trabajo.
Esto último se debe a que, en la mayoría de los casos, las empresas no han repercutido la subida en lo que cobran a los espectadores, sino sobre sus ganancias que, al ser menores, obligan a recortar plantillas y sueldos.
Mejoría
Oscar Montaner, de Sa Botiga de Buffons de Palma (Valldargent, 29), expresa que «me tengo que comer la subida del IVA porque no me atrevo a subir el precio de la entrada; además, la crisis económica no afecta a todos los sectores por igual. Por ejemplo, la última vez que fui al cine estaba lleno». Por esta razón, Montaner opina que «falta cultura general de ir al teatro y descubrir nuevos talentos», sin embargo, «parece que las personas han asumido mejor que estamos en crisis y están más contentas», por lo que prevé «una ligera mejoría en 2013» a la espera de que «2014 sea mejor».
En la misma línea, Pere Santandreu, del Auditori Sa Màniga de Cala Millor (Son Galta, 4), procura ser optimista: «Hay que hacer un esfuerzo por ofrecer normalidad en medio de este tsunami. Después de 2012, el presente año ya sabemos con qué herramientas podemos trabajar». Al respecto, un técnico del Teatre de Manacor (Av. del Parc s/n) asegura que «pese a la crisis, es importante no perder las actividades de promoción y dar a conocer el teatro y sus funciones».
«Es difícil hacer una comparativa de un único teatro», explicó Carles Molinet, del Teatre del Mar del Molinar (de Llucmajor, 90). «No aplicamos la subida del IVA en nuestras entradas y favorecemos los descuentos y los abonos para que vengan más personas, pero hemos notado una reducción en el número de espectadores. Para mejorar la situación, habría que reestructurar el sector y replantear las diferentes formas de patrocinio y micromecenazgo».
En el caso del Teatre Sans de Palma (Can Sanç, 5), Pere Mestre asegura que «no sólo no hemos subido el IVA, sino que hemos bajado los precios, lo que a hecho que mantengamos el público, pero también hemos ajustado nuestra plantilla y el sueldo. Nuestros números son de subsistencia».
Más catastrofista se muestra Marcos Ferragut, del Auditòrium de Palma (Passeig Marítim, 18), quien asegura que «somos víctimas de políticas muy inmediatas, en las que la cultura no se tiene en cuenta y en la que los impuestos están muy mal gestionados». Ferragut añade que «las continuas subidas nos han llevado a ajustar más los precios si cabe y a caer en una espiral de pérdidas. Nos estamos consumiendo».
Por otro lado, Miki Jaume, del Trui Teatre de Palma (Camí Son Rapinya, 29) opina que «es como cualquier sector español, podríamos generalizar, pero la importante es valorar las cosas en su medida. Al fútbol no se le realiza la subida al 21 por ciento y, sin embargo, al cine, teatro, conciertos y libros sí que se lo suben. Bajo mi humilde opinión, falta criterio de lo que es cultura y habría que plantar unas bases para el futuro de nuestra sociedad». También considera que hay que dar un mensaje positivo: «La unión hace la fuerza, las empresas mallorquinas y las instituciones baleares deben ayudarse para conseguir el mejor resultado para nuestra sociedad».
En definitiva, el sector sobrevive sacrificándose a sí mismo, reduciéndose a su mínima expresión, pero con muchas ganas de trabajar, ofreciendo nuevas fórmulas, buscando iniciativas novedosas y con la esperanza de que el público, su público, siga confiando, divirtiéndose y enriqueciéndose con sus múltiples espectáculos y funciones teatrales.