Resulta curioso comprobar cómo el rock, ese estilo nacido en los cincuenta como alternativa a las tendencias culturales tradicionales, ha acabado coqueteando con las estilizadas armonías de la música clásica. El listado de artistas con las agallas para lidiar en semejante plaza no es precisamente extenso. Anglada Simfònic viaja a las latitudes donde la sección de viento prima sobre la guitarra, suscribiendo el nombre de Jaime Anglada a esa selecta élite. La Simfònica, dirigida por Miquel Àngel Aguiló, habilitará su segundo ‘round sinfónico' –el estreno fue el pasado verano en el Trui Teatre–, mañana, en el Teatre Principal de Palma, a las 20.30 horas.
—¿Qué tal se defiende Anglada a la hora de enlazar el rock con la música culta?
—Miquel Àngel Aguiló: Este tipo de experimentos siempre los he considerado un mal matrimonio. Para que funcione, ambas partes deben ceder hasta llegar a un punto de entendimiento y respeto mutuo. Creo que lo hemos logrado, por eso queremos repetir y mejorar la experiencia.
—¿Qué novedades traerá su segunda ‘aventura' sinfónica?
—Jaime Anglada: Será un pelín más sinfónico. Tras escuchar la grabacion del primer concierto, tuve la sensación de que sobraban riffs de guitarra. Perder el sonido armonioso del oboe, el clarinete o el violín por culpa de eso es un error. A nivel de repertorio, habrán más canciones, e incluiremos un tema nuevo, La veu d'un nin.
—¿Qué factor le ha cautivado más de la música clásica?
—J.A.: Si te digo que soy un entendido en música clásica te estaría mintiendo, pero sí soy un curioso de la música clásica. Además, soy más fan de los instrumentos de viento que de los ‘enchufados', creo que mi voz pega más con este tipo de sonidos.
—¿Qué le diría a la gente que esperaba el tropiezo de su primer Anglada Simfònic?
—J.A.: Que vengan sus chicas, se lo pasarán bien.
—¿Cabe la posibilidad de que su próximo trabajo sea un álbum de rock sinfónico al estilo de unos Moody Blues del s. XXI?
—J.A.: Me lo he planteado, aunque saldría muy caro. En cualquier caso, gracias a Anglada Simfònic, Miquel Àngel Aguiló, Toni Pastor, Marta Elka y yo estamos trabajando en un proyecto conjunto aún en ciernes.
—¿La sensación de espontaneidad en la puesta de largo de Anglada Sinfònic era real o impostada?
—M.À.A.: Totalmente natural, hemos sabido derribar los muros que separan la música clásica del público, no comulgo con ese tipo de corsés.
—¿Qué tipo de complejidad entraña dirigir a un artista de rock?
—M.À.A.: Más que complejidad el secreto reside en que converjan dos voluntades con el mayor sentido común posible.
—Días antes de la première me confesaba no estar nervioso, ¿ha cambiado esa percepción de cara al segundo round?
—J.A.: Tengo cierta ansiedad, es como hacer el amor la segunda vez a una chica que te gusta mucho.
—¿La logística de un espectáculo de estas características dificulta pasearlo por otros foros?
—J.A.: Sí, pero la idea es llevarlo a otros sitios, estamos en contactos para tocar en Barcelona, Valencia, Granada y Madrid.