«Los mallorquines, menorquines, ibicencos y formenterenses somos baleares, somos españoles y no somos de los Països Catalans». Así se expresaba el president José Ramon Bauzá en la inauguración de la exposición Isleart en Londres, patrocinada por el Institut Ramon Llull. Fue coincidiendo con el anuncio del Govern, en Palma, de que Balears abandonaba la citada institución de proyección de la lengua y la cultura catalanas en el extranjero por la deriva soberanista del Gobierno catalán. Ambas comunidades autónomas forman parte del consorcio que la rige. También desde Londres, el conseller d'Educació i Cultura, Rafael Bosch, confirmaba ayer la línea política del PP: «Las perspectivas de colaboración con la Generalitat de Catalunya serán complicadas si sigue Convergència, dada la deriva soberanista».
Ante ello, el sector cultural local mostró su rechazo más frontal a la nueva situación y destacó «la falta de respeto que el PP tiene por la cultura» de esta tierra. Sólo el Círculo Balear felicitó al Govern. «Error», «devastador», «vergonzoso» fueron algunos de los calificativos de una decisión que los creadores consideran puramente política y que no tiene en cuenta la labor de quienes hacen cultura. «La lengua y las instituciones culturales no deberían politizarse», reflexiona el escritor menorquín Ponç Pons .
Bosch también aludió a «razones de índole económica» para tomar esta decisión, pero parece que primero la aportación de Balears se iba a recortar en los presupuestos de 2013 y que, finalmente, se consolidó la fractura que, aunque por otras razones, ya se dio en tiempos de Jaume Matas mandando en el Consolat y de Pasqual Maragall en la Generalitat catalana. Con una metáfora ginecológica e incomprensible, respondió Bel Cerdà , directora general de Cultura del Govern, al ser preguntada por la salida del Llull: «Es como en un parto, cuando le dicen al padre que tiene que decidir entre salvar la vida de la madre y la del hijo, es una decisión difícil, pero tiene que tomarse».