Sazona la dramaturgia con la gastronomía. Acostumbrados a verla en delantal, tras la barra de El Asturiano en Amar en tiempos revueltos, Itziar Miranda (Zaragoza, 1978) es una joven actriz elegante e incluso más entrañable, si cabe, que su personaje en la ficción: Manolita Sanabria. Está en Palma para interpretar a Lucrecia en la obra Lúcido, de Rafael Spregelburd y dirigida por Amelia Ochandiano, que se representa en el Auditòrium hoy, a las 22.15, y mañana a las 20.15. Trabaja para la televisión y, sin embargo, en casa no tiene. «No me gusta», afirma. Sólo se ve cuando acude a casa de su madre. Itziar Miranda, Manolita, la entrañable, está preocupada por la cultura en España.
—Siempre la vemos en delantal. Con lo guapa que está, parece otra.
—Estoy acostumbrada a verme así. Es lo bueno que tiene hacer de Manolita, que todo el mundo te ve más joven.
—¿A qué se debe el cambio de la serie de TVE a Antena 3?
—Ahora mismo TVE no está apostando por la ficción porque tiene otras prioridades. Teníamos un contrato que acabó y no nos han querido renovar. Estoy muy preocupada por la cultura en España, por la subida del IVA. Hay mucha gente joven que no podrá pagarse una entrada en el teatro, con lo cual hay una generación perdida en la cultura. Es cuestión de prioridad. Una vez al mes, en vez de tomarte dos copas, ves al teatro. La generación de ahora, al no tener dinero, prioriza muchas veces el salir.
—Igual es problema de la sociedad...
—Creo que el Gobierno tiene que apoyar la cultura. Debería haber un compromiso moral de hacer un pueblo librepensador. ¿Cómo? Con la cultura. Si ésta no te hace pensar, te vuelves un ‘corderito'. Que la cultura sea entretenimiento es mentira. La cultura es un bien social muy importante, es el sello de un pueblo. Como no se está haciendo desde el Gobierno, me parece un problema. Esto ha repercutido en TVE porque es una televisión pública y tiene que hacer programas de calidad y que no esté politizada.
—Usted es un reclamo para ir a ver ‘Lúcido'.
—Realmente me da igual la razón por la que vengan al teatro, lo que quiero es que disfruten y que se vayan a casa pensando qué interesante es la obra y cómo me ha emocionado.
—¿Cómo ha sido la experiencia de ‘Lúcido'?
—Increíble. Cuando Amelia Ochandiano me da la obra me la leo pensando que no la puedo hacer porque en ese momento estaba en el Teatro Español, en Madrid, haciendo Dani y Roberta. Hacía años que no me ofrecían algo tan bueno. Llamé a Amelia y le dije que si por alguna razón se retrasara la producción dos meses que me esperara. Afortunadamente se retrasó y me esperó. Nunca he visto a nadie tener tan clara una función.
—Ser pluriempleada en España es un privilegio.
—Estoy felizmente cansada. En esta compañía los cuatro actores hacemos televisión. Lo digo porque en estos tiempos no vives del teatro. Tengo amigos que han tenido que dejar las compañías haciendo funciones maravillosas porque no han podido sostener la subida de IVA.
—¿Aún quedan mujeres como Manolita?
—Sí, siempre las ha habido. Son mujeres que llevan a su familia, que trabajan, que se reinventan a sí mismas. Mi primo me envió un mensaje diciéndome que en su clase de la universidad se estudia a Manolita para hablar de la mujer de la época.
—¿Qué le aporta la cocina que no le de la dramaturgia?
—Tranquilidad. Me relaja mucho. Reconozco que estoy muy ocupada y cocino menos.
—¿De dónde viene ese afán por la gastronomía?
—Porque me encanta comer. Me fui a vivir sola para estudiar arte dramático en Madrid con 17 años y tuve que aprender a cocinar.
—¿Para cuando una obra de cocina?
—Estoy escribiendo unos cuentos infantiles sobre princesas con mi hermano. Tenemos Juanita, que es Juana La Loca, y Marieta, sobre María Estuardo.