Durante su estancia en el Castell de Bellver como prisionero, a principios del siglo XIX, el ilustrado Gaspar Melchor de Jovellanos tenía prohibido entrar en Palma. A pesar de su encierro nunca dejó de trabajar e investigar y una de las tareas que se impuso fue un estudio de la arquitectura histórica de Ciutat, incluida la Catedral. En su método de trabajo, el dibujo resultaba fundamental, sobre todo teniendo en cuenta que, en este caso, no podía ver en directo aquellos edificios que le interesaban. «El dibujo eran sus ojos», apuntó Mercè Gambus, profesora de Historia del Arte de la UIB y responsable del Grup de Conservació del Patrimoni Artístic Religiós. Fue precisamente Gambús quien cerró su intervención con una primicia, la proyección de tres dibujos de la Catedral de Palma encargados por Jovellanos entre 1806 y 1808 «que nunca se han visto en Mallorca».
Un alzado de «la fábrica» -el edificio-, un corte vertical del interior y un dibujo de la planta. Estas fueron las láminas que los investigadores del citado grupo presentaron ayer en las II Jornades d'Estudis Històrics de la Seu de Mallorca, que finalizan hoy.
Los dibujos los encontraron en la biblioteca del Palacio Real de Madrid dentro de unos manuscritos de Jovellanos sobre Bellver y estos expertos están seguros de que son un encargo de Jovellanos a dos personajes de su máxima confianza, a su secretario, Martínez Marina, y al escultor palmesano Francisco Tomàs Rotger.
Científicos
Según contó la historiadora del arte Pilar Sastre, Martínez Marina dibujaba constantemente por encargo de Jovellanos, con quien trabajaba estrechamente. No sólo le hacía «dibujos científicos» sobre los edificios para sus investigaciones, sino que, además, también se le daba bien la ilustración. Como anécdota, Sastre contó que Marina, junto a uno de los carceleros de Jovellanos, un militar denominado Luis Kenel, decoró con pinturas la habitación de la chimenea del castillo que ocupó Jovellanos, pinturas que han desaparecido. Del interés de Jovellanos por la Seu -a la que por fin pudo acceder el 20 de abril de 1808, donde fue recibido con gran solemnidad por todo el Cabildo- dan buena cuenta las palabras que pronunció tras abandonar la Isla después de su liberación y viajar a Barcelona. Allí fue a visitar la catedral gótica, que le gustó, pero comentó que «No es ligera y osada como la de Mallorca».