Para los jefes de Stomp ir a un vertedero es un reto. Algo parecido a ir al supermercado. «Ahí localizan el material que luego traen para probar si funciona a nivel musical», cuenta Sarah Lasaki, miembro de Stomp. La agrupación británica, que nació en 1991 inspirada en un espectáculo callejero, ya tiene cinco elencos distintos repartidos por todo el mundo. El 19 de este mes hará explícito en el Auditòrium de Palma que «se puede hacer música con cualquier objeto».
Ya estuvieron aquí en 2008, pero en esta ocasión han incorporado a nuevos integrantes y material que, a simple vista, es inverosímil que pueda producir algún tipo de sonido con cierta coherencia como un carro de la compra o unos tubos de neón. Qué más da. Cualquier artefacto si choca con otro produce un ruido que, independientemente de si guste o no, da resultado para Stop.
Lasaki, que se unió hace cuatro años, reconoce que «al principio era raro pero ahora ya es algo cotidiano. Son ritmos del mundo con influencias brasileñas, europeas y africanas». Ella es alemana y con un más que respetable español declara que «hasta la gente ciega puede disfrutar con el espectáculo porque es música que va al corazón». De todas formas, la puesta en escena y la coreografía es, para Lasaki, lo más complicado por encima de saber tocar cualquier utensilio.