El arte de danzar se llevó ayer a su máxima expresión en el Auditòrium de Palma. Escenificar la unión del sector era uno de los objetivos del organizador del acontecimiento, el bailarín Carlos Miró. El público -más de 200 personas- arropó la escena balear, que quedó representada con las quince compañías que fueron partícipes de una noche compuesta por obras breves de entre siete y 15 minutos.
Inició la velada la agrupación La Quercia, con el espectáculo Danza sin palo de lluvia , de Laura Girotto. «Amor, yo sé que puedes llevarte mi ilusión», clamaba la canción que sonó durante la actuación Rosas y hastío , de Doryan Suárez y Alejandro Porto. Una puesta en escena de un dúo que mostraba sus avenencias amorosas. Y, también, de desamor.
A continuación, las palmas y el taconeo. La guitarra y el cante. Aparecía Dansanto, un grupo compuesto por siete miembros, uno de los cuales causó furor por su corta edad y su desparpajo sobre las tablas.
«Olé», laureaba el público. El contorsionismo de la bailarina Catalina Carrasco fue lo último que se vio de la gala antes del cierre de esta edición.