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El crucero de una generación sin salida

Foto de grupo de los pasajeros del crucero que viajó por el Mediterráneo en 1933. Entre ellos, Rosselló-Pòrcel y Salvador Espriu.

| Barcelona, Catalunya |

Era 1933. España tardaría tres años en fragmentarse en una guerra fratricida. Los 192 estudiantes, investigadores y profesores que debían convertirse en el relevo generacional de la élite intelectual embarcaron en el navío Ciudad de Cádiz el 15 de junio. Universitarios de Madrid, Barcelona y Valencia recorrieron durante 48 días el Mediterráneo, desde Barcelona a Grecia, pasando por Túnez, El Cairo, Jerusalén y Estambul. Fue un viaje iniciático. En el camino de vuelta, a su llegada a Nápoles, Valle-Inclán, director de la Academia Española de Bellas Artes de Roma, se unió a la tripulación hasta Valencia, final de viaje, visitando antes Palma.

Entre los futuros nombres ilustres del crucero, organizado por la Facultad de Filosofía y Letras de Madrid, destacan el poeta mallorquín Bartomeu Rosselló-Pòrcel, Salvador Espriu, Julián Marías, Vicens Vives, Tovar, Díez del Corral o Díaz-Plaja.
Entre Malta y Alejandría, Rosselló-Pòrcel acabó el poema Sonet Marí, que dedicó a su íntimo amigo Espriu. El mallorquín también escribió Turquía en el barco. «En ese viaje se produjo nuestro encuentro con Amàlia Tineo, algo mayor que nosotros, cuya nobilísima amistad nos ha acompañado desde entonces y acompañó a Rosselló-Pòrcel hasta su muerte», certificó Espriu.

El libro Notas de un viaje a Oriente (Páginas de Espuma), de Julián Marías, recoge el artículo de su hijo Javier que publicó en El Semanal en el año 1995 coincidiendo con la exposición sobre el crucero en la Residencia de Estudiantes de Madrid.

«Cuando oía hablar a estas personas tan mayores, una de ellas mi padre, me daba cuenta de que tienen más energía y entusiasmo y frescura que los que hemos venido luego y los dominamos, y sin duda más vocabulario», explica el escritor, quien concluye que «si ellos no estuvieran retirados y gozaran de más influencia, no me cabe duda de que este país crispado y pueril e insensato se beneficiaría de ello y sería así justamente, más sereno y más irónico y mucho más tolerable».

El volumen se publicó a los cinco años de la muerte de Julián Marías, quien no quiso reeditarlo en vida, después de una primera edición en 1934 que compartió con el dietario de Alonso del Real. La posible razón es cruel. Alonso del Real, buen amigo de Marías, y el profesor Martínez Santa-Olalla, que también estuvo en el crucero, denunciaron al vallisoletano por participar en tareas de propaganda republicana. Marías fue postergado de los medios académicos y se exilió en 1951 a Estados Unidos.

El buque Ciudad de Cádiz acabó hundido por los submarinos de Mussolini.

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