Dio la casualidad de que el sol se escondía entre las montañas de la Serra de Tramuntana. Como si él, inconscientemente, también quisiera ser partícipe de aquello denominado Artdemossa. La particular Nit de l'Art del municipio, que se celebró con música, arte y gastronomía, atrajo a centenares de personas.
Valldemosa es a los pintores lo que un santuario para los religiosos. Lugar de inspiración y exposición. Los residentes vendían los productos de sus respectivos establecimientos por las calles. Los artistas exponían sus obras en diferentes mesas del municipio. Otros, en cambio, optaban por galerías (Josep Coll Bardolet) o cafeterías. Es el caso del pintor Emili Parejo, que exhibió su obra en la cafetería Aromas, al son de bossanova y jazz. La terraza del local estaba reservada al fotógrafo Raúl Valero. Otro de los artistas, Diego Ingold, abarrotó la fachada en construcción de la Cartoixa con peces que llevaban el lema: «El único banco que merece la pena es el de peces». Mientras tanto, en los jardines, se mostraba un Castillo de Bellver en miniatura confeccionado con 8.127 cerillas y galardonado por el Libro Guiness de los Records . Toni Baos, a la salida, pintaba en los jardines ante la atenta mirada de los visitantes.