La Serra de na Burguesa alberga una necrópolis prehistórica ubicada en una cueva que el equipo de arqueólogos que dirige Javier Aramburu acaba de excavar. En ella, cuya ubicación no revelan «porque corre un alto riesgo de expolio», han encontrado restos óseos de «decenas de individuos» de ambos sexos y distintas edades. Su ocupación «tiene un recorrido muy largo y que abarca las épocas pretalayótica, talayótica y baleárica», por lo que sitúan la datación entre el 2000 y el 300 antes de Cristo, cuando hubo un derrumbe del techo «y dejó de usarse con carácter general».
«Es la primera vez que, en décadas, aquí se estudia una cueva siguiendo un método científico», apunta Aramburu. Esa larga secuencia de ocupación es lo que le interesa «a largo plazo» en su intento de «comprender la cultura talayótica. El objetivo final es tener una visión completa» de la misma.
Aunque las cerámicas incisas que hallaron son las más antiguas de Mallorca, del 2000 aC, de los enterramientos, más que de los objetos aparecidos en la necrópolis, extraerán los datos que les ofrecerán un «reflejo» de la sociedad. Hay dos tipos de enterramientos que se suceden en el tiempo. Primero enterraban al muerto completo con vasijas, cerámicas; luego cambiaron el rito, pasaron a quemarlo y enterrarlo con cal y usaban un mismo lugar para toda la familia, incluidos bebés, ancianos o hasta fetos. Por eso han deducido que «funcionaba la solidaridad» familiar y que «no aparecen divisiones sociales ya que los ajuares son iguales». «A todos se les aplicaba el mismo ritual, aunque en algunos se ve un proceso más destacado, pero aún no sabemos quiénes eran». Respecto a los ajuares, «junto a los hombres salieron espadas y junto a las mujeres collares de pasta vítrea de Eivissa con campanillas», también coleteros y tapones de hueso.