«El Consell está interesadísimo en recuperar y dar a conocer el yacimiento [las termas de una villa romana halladas en Son Servera] por lo que se está trabajando para ver la posibilidad de expropiar determinados terrenos» colindantes con las estructuras ahora visibles, lo que permitiría «proceder a ampliar la excavación».
Así se expresaba anteayer Miquel Barceló, secretario general de la Vicepresidencia de Cultura i Patrimoni del Consell, respecto a las termas tardorromanas, de los siglos IV y V después de Cristo, que salieron a la luz durante la construcción de un carril bici en la zona de Son Servera que va del Port Vell hasta el yacimiento del 'camí de Son Sard'.
Barceló añadió que el dinero para la expropiación «podría salir del 1 por ciento cultural de la propia obra de la carretera» y que «en diez o quince días sabremos algo; en caso de que la expropiación no sea posible ahora, los restos se cubrirán para que no se deterioren y se continuaría con el proceso de expropiación», añadió Barceló.
Como se trata de una zona de gran potencial arqueológico, Barceló anuncia que la intención es su puesta en valor como oferta «de turismo cultural», algo en lo que también está interesado el Ajuntament, del que la arqueóloga Beatriz Palomar destaca su «colaboración».
Los restos aparecieron durante el seguimiento de unas obras que dependen del Departamento de Carreteras del Consell. Palomar explicó ayer que, desde la elaboración del catálogo municipal, «se sabía que por la zona había un yacimiento de cierta envergadura, porque entonces ya se vio mucha cerámica romana en superficie».
Desde el punto de vista científico, apunta, las termas son importantes «porque pertenecen a esos siglos que llamamos perdidos», los siglos oscuros de la historia de Mallorca porque no hay constancia de restos arqueológicos que la expliquen. Así, el estudio de las termas, que pertenecerían a una explotación agrícola, «nos servirían para reconstruir cómo era la vida en esta época romana».
Palomar señala que, de momento, «no sabemos exactamente cuándo fueron construidas, lo que sí sabemos es que en torno al siglo V perdieron su función, se vaciaron, limpiaron y se destinaron a otros usos». Por ejemplo, «la sala del agua caliente se dedicó a la reutilización de vidrio [las termas tenían vidrieras]; además, se reciclaron materiales que se refundieron, hemos encontrado las escorias, pero no el producto final». Esto era algo que también sucedía en la Península, cuenta la experta.