Existen personajes a los que huelga presentar, César Cadaval es uno de ellos. Cincuenta por ciento del dúo Los Morancos –vástagos del barrio sevillano de Triana, donde la gracia y el garbo están incorporados al ADN de sus habitantes–, comparte una sociedad que lleva 30 años en la órbita del humor costumbrista, convirtiendo algunos de sus personajes en un miembro más de la familia española. Cadaval desgrana las líneas maestras de Risoterapia, un montaje que trasladarán este sábado, a las 21.30, al Trui Teatre de Palma.
«Imagina la conversación en clave de choteo que puede darse entre un médico de la Seguridad Social y otro de la privada en los tiempos que corren», adelanta. Queda claro que la actual coyuntura económica es un auténtico filón para Los Morancos, no hay más que ver como se arriman a las brasas del tijeretazo de Sanidad para ‘caldear' su espectáculo. «Ver el telediario o leer la prensa es una depresión total, así que lo mejor es tomarse la vida a guasa porque si no menuda tela. Estamos en un momento muy duro y si podemos animar el asunto, mejor que mejor, creemos que es positivo que la gente encuentre el punto divertido a todas las situaciones, y, ¿por qué iba a ser distinto con la crisis?».
Preguntamos al cómico si esa televisión que tributa la figura del ‘famosete' y sus programas derivados hacen más fácil su trabajo. «En cierto modo sí, porque te lo ponen a huevo, sobre todo si exageras las situaciones, si las conduces al límite como a nosotros nos gusta. Pero no es algo que hagamos exclusivamente con el ‘famoseo', cualquier tema nos sirve», asegura. Con treinta y tres años de trayectoria a sus espaldas, Cadaval hace balance: «Estamos en un momento muy bueno, somos hermanos pero también amigos porque pensamos de formas muy parecidas. Creo que hemos aprendido a encajar las críticas con deportividad, aunque algunas no tengan razón de ser, pero siempre hay que sacar algo positivo de ellas».