«En Mallorca, por ahora se trata de un yacimiento único de carácter ritual del período calcolítico, es decir, del 2500 antes de Cristo, que tuvo ocupación hasta época romana». El arqueólogo Jaume Deyà Miró explica así la importancia de los hallazgos acaecidos en la cueva de Son Torrella, situada en el municipio de Escorca, que excavó junto a Josep Enseyat Alcover. Las conclusiones de su trabajo se acaban de publicar en la edición que recoge las ponencias presentadas en las Jornades d'Arqueològia celebradas hace tres años en Menorca.
Aunque en los años cincuenta del pasado siglo la cueva fue excavada por Bartomeu Enseyat y el Pare Veny, ha sido ahora, en una segunda fase de excavación, cuando los citados arqueólogos han concluido que esta cavidad abierta en la roca, cuya entrada tiene forma de vagina, no fue un lugar de habitación, sino de «culto», comenta Deyà. Se trata de una cueva que mide 3 x 2,5 metros «difícil para vivir, ya que es muy húmeda y en invierno se llena de agua». Pero lo que realmente «demuestra que se le quiso dar importancia, más valor, es el enlosado interior», del que salieron a la luz hasta tres superpuestos.
Por otra parte, estos expertos, que, sobre todo, excavaron en la tierra sacada al exterior de la cueva en el siglo pasado, han descubierto abundancia de material que «remarcaría» esta dedicación a un culto «que podría ser a la fecundidad, a la tierra, al ciclo de la vida; en este sentido, también debemos tener en cuenta la forma de la entrada, que asemeja a una vagina», apunta Deyà. Muchos huesos de animales, «el noventa por ciento de cabra», con unas marcas características «que no son sólo de descarnación, sino de colgar parte del animal»; cuchillos de sílex; elementos colgantes; botones de hueso, bolas de ocre o dientes de tiburón son parte de esos materiales hallados, junto a cerámica y las citadas losas, que también tiene dibujos figurativos incisos. De estos dibujos en las losas no se conocen paralelismos en Balears. El lugar vivió su mayor esplendor «en el calcolítico».