Después de ser obligada por su familia a entrar en la vida conventual, Maria Agnès Ribera Garau (Palma, 1790-1861) tuvo la oportunidad de adquirir un amplio conocimiento cultural, pero abandonó la clausura, se exilió a Francia y solicitó en el Vaticano la anulación de sus votos, con éxito. Ahora, Isabel Peñarrubia (Palma, 1951), doctora en Historia y escritora especializada en nacionalismo, caciquismo y feminismo, ha novelado la biografía de esta monja ilustrada en el libro Maria Agnès Ribera Garau (Palma 1790-1861). La rebel·lió contra la família y el claustre.
—¿Qué le empujó a contar la historia de Maria Agnès Ribera Garau?
—Encontré una pequeña reseña sobre su vida en la Enciclopèdia de Mallorca, la única donde aparece. Era un momento de antiguos regímenes, muy difícil, y que pudiera salir bien de todas estas aventuras que le habían pasado me llamó la atención. Después, cuando me puse a investigar, me sorprendió mucho más que ella sola se enfrenta a su familia y fuera capaz de defenderse, primero con los pleitos civiles que llevó hasta el Consejo de Castilla y, segundo, pidiera la anulación de sus votos en el Vaticano. Luchó sin desanimarse de los 21 a los 33 años.
—Se podría decir que fue la primera feminista de Mallorca...
—En aquella época no existía ese término, pero si entendemos feminismo como la lucha por la igualdad entre sexos, sí que lo fue. Maria Agnès luchó por conseguir lo mismo que podían lograr los hombres, como el derecho a la herencia o a elegir su destino. Ella no quería ser monja, gestionó su fortuna, porque era riquísima, y se pudo casar con un novio que conoció en el exilio francés. La segunda faceta de su lucha, que también se interpreta como feminista, fue su empeño en que las mujeres se formasen y su labor fue decisiva para la creación del colegio de La Puresa.
—¿Qué documentos se conservan de Maria Agnès?
—No he podido encontrar ningún retrato suyo, pero sí que se conserva un libro, porque también escribió, es otra de sus facetas. Se dedicó a escribir tras la anulación de los votos, pero sólo publicó un libro. Es un libro de piedad, ya que ella continuó siendo muy religiosa, no rompió con la religión, pero era una creencia más moderna y liberal. No se conservan más escritos porque las mujeres quedaron en el anonimato. Seguro que hubo más mujeres como Maria Agnès, pero la historia está demasiado masculinizada.
—Sí apenas se conservan documentos sobre ella, ¿dónde acudió para documentarse?
—Primero busqué documentación notarial, porque ella hizo mucha por asuntos de derechos civiles o testamentos, tenía muchas propiedades, y también consulté su expediente del archivo secreto del Vaticano. Lo conseguí gracias a las monjas jerónimas, que me ayudaron mucho y se portaron muy bien, porque Maria Agnès fue monja jerónima. Ha sido un trabajo muy intenso que se ha prolongado durante cuatro años.
—¿Hay algo de ficción o imaginación en el libro?
—Toda investigación tiene que tener imaginación y también tus propias hipótesis. Yo pongo algunas, quiero ser rigurosa, y lo digo, esto es tan sólo una hipótesis. Yo tengo estos datos pero no son suficientes como para afirmar una conclusión de alguna parte de su vida, pero sí hay otras de las que estoy muy segura, y así lo reflejo.