Palma pudo contar con un centro urbano neoclásico a la manera de algunas ciudades europeas como Madrid, París, Bath o la isla de los museos de Berlín, porque así lo imaginó el arquitecto Isidro Velázquez (1765 - 1840) en el siglo XIX para una reforma de es Born que comprendía desde la calle Sant Feliu al Teatre Principal. Fue uno de los muchos diseños que proyectó en Mallorca, de los que sólo se llevaron a buen puerto unos pocos, cuando vivió exilio en la isla, entre 1811 y 1814, huyendo de las tropas francesas.
Cuando se cumplen doscientos años de su llegada a Palma, el investigador Jaume Llabrés recuerda que «fue un arquitecto vinculado a la Casa Real» que tuvo que trabajar «en una época política convulsa», poco apropiada para el desarrollo urbanístico. El 21 de mayo de 1812 le nombran arquitecto mayor de Palma y director de la Academia de Nobles Artes de la Sociedad Económica de Mallorca. Aquí proyectó una reforma para es Born que «tenía que ser espectacular», con varios obeliscos, como se puede ver en una imagen que acompaña este texto, y fuentes monumentales «como las que había visto en Roma». Tristemente, la obra ni se comenzó y los planos se encuentran en una colección privada mallorquina. Tampoco salió adelante su propuesta para la fachada y jardín del Consolat de la Mar.
Llucmajor le dio mucho trabajo, al menos sobre el papel. Allí proyectó un gran templo neoclásico que, finalmente, quedó en una reforma parcial de la iglesia, y sí se materializó, en 1843, el retablo mayor, según su diseño. El Ajuntament de la localidad le encargó proyectos para la Casa Consistorial, el matadero, la pescadería, un mercado público y un hospital, pero los planos «no han sido localizados».
Además, trabajó para las familias aristocráticas locales. En Can Montenegro dejó su huella en la llamada Saleta Pompeiana, se dice también que en el interior de sa Llonja, aunque esto no ha podido comprobarse documentalmente, y en Can Vivot y Can Armengol.