Después de cuatro años dialogando con los personajes del París de finales del siglo XVIII, el artista Carlos Prieto presenta el resultado de esas conversaciones plásticas en la exposición Días de vino y rosa, que inaugura mañana, a las 19.00, en la tienda Addict Shop (calle Can Danus, 4, de Palma). Influenciado por los artistas de XIX, por el postimpresionismo francés y Lucien Freud, entre otros, Prieto indaga en la bohemia sentado en su estudio, desde la mirada de un clásico.
-Dos años después de su última exposición, regresa con nuevos personajes y un mismo ambiente.
-La temática es la misma, la bohemia. Sigo mis principios, sin dejarme seducir por las modas ni las tendencias. Esta exposición es el resultado de la evolución de esta temática en los últimos cuatro años. Lo que me propuse pintar en mi taller de París en 2008, lo he podido hacer este año en mi taller de Palma a base de constancia y de ser fiel a mis principios.
-¿Qué ofrece ahora de nuevo?
-Ofrezco pintura de caballete, con foco, pincel, paleta y trementina. Hoy con tanta vanguardia y modernidad es complicado que se cumplan todos estos requisitos. Yo soy clásico, no me siento identificado absolutamente con nada de lo que corre en estos tiempos. Mi paleta quedó olvidada en el siglo pasado.
-Su técnica ha evolucionado en este tiempo...
-Sí, me he vuelto más elegante y limpio en la finalidad. Estoy más cómodo y seguro ante el lienzo.
-¿Hasta dónde cree que podrá exprimirla?
-¿Hasta dónde podrá exprimirme ella a mí? Llevo dos meses sentado doce horas diarias ante el caballete. El drama no es algo que tenga tope, por eso he titulado la exposición Días de vino y rosas. La gente que retrato, esas mujeres de final de XVIII, meretrices algunas, y esos caballeros, señores apuestos o ‘mindundis', todos tienen una doble vida, la bohemia te hace tenerla. Cuando entran al burdel dejan atrás todas sus penas, preocupaciones o las cosas por la que se lamentan... Se dejan seducir por la noche, la nocturnidad, el alterne, la infidelidad, la lujuria, el deseo y todos los pecados que cometemos algunos.
-Son historias de gran formato...
-Expongo 24 obras, una por cada año que tengo. Normalmente se me reconoce como un pintor de cuadros gigantes. En esa exposición hay mucha variedad. Se podrá ver el cuadro más grande que he pintado nunca, de cuatro metros, y el más pequeño, a penas de un par de centímetros. Creo que ésta es una colección que no dejará indiferente a nadie y para la que he creado un ambiente mágico.