La versatilidad es, hoy por hoy, un valor en alza. Y la coherencia, desde siempre, también. Tras sellar la defunción de Los Ronaldos, Coque Malla lleva años reafirmando ambas cualidades a través de un cancionero inquieto que, en su cuarta entrega, Termonuclear, ofrece un «testimonio musicado del mejor año de mi vida», nueve canciones surgidas de una catártica ruptura sentimental que, sin embargo, irradian positivismo y que presentará mañana, a las 00.00 horas, en la sala Backstage de Palma.
«El punto de partida del álbum fue el viaje emocional que viví, donde experimenté un montón de sensaciones positivas, también negativas, que he querido transformar en canciones», explica. Toda una odisea sentimental y su trabajo más introspectivo hasta la fecha.
Las letras descaradas y esa actitud vacilona que presidió su paso por Los Ronaldos han dejado un rastro imperceptible en Termonuclear, un álbum de entrada lenta, sobrio, humano, sencillo y una de las sorpresas más gratas del año, «el éxito es ahora más satisfactorio que en la época Ronaldos, hoy disfruto más tocando en un teatro frente a un público en silencio que en un estadio con diez mil personas como entonces».
En ese sentido, asegura no mirar al pasado con nostalgia, y es que sería tremendamente injusto afirmar que Coque Malla no ha hecho nada mejor que sus álbumes con Los Ronaldos, quizá haya explorado otras sendas alejadas del ruido mediático, pero esos mismos caminos han fortalecido las costuras de un libreto empeñado en «no sonar como nadie, pese a que durante el proceso de grabación escuchaba mucho a Richard Hawley, Johnny Cash y Divine Comedy quise mantener las canciones alejadas de cualquier influencia externa», confiesa.