El próximo día 1 de octubre, a las 11.00, quienes asistan a la visita guiada al poblado talayótico de Ses Païsses (Artá), organizada por el Ajuntament local, podrán caminar sobre los restos de mil años de prehistoria local. Tras diez años de excavaciones, el director de las mismas, el arqueólogo Javier Aramburu, afirma que «se podrá pisar por las diferentes fases de la vida del poblado, Ses Païsses es un escaparate de mil años de prehistoria».
Tras la campaña de excavación de este pasado verano, Aramburu confirma que «ya ha salido a la luz toda la evolución del poblado» y «lo que es la vida vertical del mismo es prácticamente conocida». Es decir, se tiene constancia de todos los estratos, desde el más antiguo hasta el inicio de nuestra era, que han ido esclareciendo la sucesión de diferentes épocas y ocupación del mismo. «Este año tenemos abiertas todas las fases».
Así, en un breve resumen de las mismas, se sabe que en el año 1000 antes de Cristo (a. de C.), se construyó el talayot central. Después, hacia el 700 a. de C., hubo una crisis de superpoblación, «con más personas que recursos», lo que provocó en la Isla una crisis social. «Toda la isla ardía» y Ses Païsses no fue ajeno a estos problemas. Allí también se quemaron edificios. En torno al 600 fue el tiempo de los honderos baleares, que salen fuera a guerrear. La sociedad se abre al Mediterráneo, se comercia.
Hasta la llegada de los romanos, hacia el 123 a. de C., se da un incremento del comercio y de la tecnología que empleaban en sus labores cotidianas. Ses Païsses no se salvó de la invasión, los romanos lo destruyeron. «Debía ser el poblado más importante de la zona, se han encontrado piedras de honda, lo que demuestra que no fue abandonado», sino que debió haber resistencia.
Los habitantes de Ses Païsses, que mide 1,2 hectáreas y está situado a siete kilómetros del mar en línea recta, eran agricultores y ganaderos, y el equipo de Aramburu dirige sus investigaciones a reconstruir cómo era la «vida diaria y doméstica» en el mismo. El pasado mes de julio, la excavación se centró en dos zonas. En una plaza pública, de la que se halló el pavimento, y que sería el matadero de la época más antigua del yacimiento, donde «encontramos restos de animales, incluso cabezas». Los investigadores, que en una jornada contaron con la ayuda de un grupo de jóvenes del GOB, también trabajaron en «en un edificio con una gran puerta monumental, en la que imitaron la de la entrada del poblado, que debió pertenecer a un personaje de importancia».