La memoria de quienes construyeron el Aljub de Es Baluard, y las marcas dejadas por los canteros en las piedras, han servido de inspiración al artista francés Christian Boltanski (París, 1944) para la instalación Signatures que hoy inaugura hoy a las 20.00.
Boltanski ha traspasado a tubos de neón las citadas marcas, que ocupan el Aljub entre la neblina y con un sonido de fondo de latidos de corazón. De este modo, el emblemático espacio restaurado del museo se ha convertido en una gran tumba de la memoria.
Boltanski comentaba ayer en la presentación de la obra que «detrás de cada firma hay un hombre, nadie se acuerda los humildes trabajadores, esto es un homenaje a ellos» y que los latidos del corazón que acompañan la instalación «son el sonido del martillo sobre la piedra, representan a los seres humanos y a su trabajo». Al mismo tiempo, la «nube de humo» que confiere una peculiar atmósfera al Aljub «es un recuerdo difuso», «como en una niebla», de los trabajadores de la citada estructura, que data de hace varios siglos. «Nuestro espíritu y rostro está fabricado por los que nos han precedido, no se pierden porque renacemos en el rostro de otra persona», «nuestro rostro es como un puzzle de los muertos que nos han precedido», reflexionó el artista, quien apuntó que «no temo a la muerte, la ventaja del artista es que tratamos de resolver preguntas».