En otoño saldrán a la luz nuevos datos sobre la biografía del cardenal Despuig (1745 - 1813) y la colección de lápidas funerarias u honoríficas que trajo de Italia, procedentes, en su mayor parte, de las excavaciones arqueológicas que florecieron en dicho país en el siglo XVIII. Antònia Soler i Nicolau, doctora en Filología Clásica y profesora de la Universitat de les Illes, es la autora de un trabajo de investigación que se publicará en la colección de monografías que edita el Castell de Bellver, donde se exhiben las piezas.
El de Antònia Soler será el primer trabajo en profundidad sobre la colección Despuig de epigrafía, aunque, en 1840, Joaquín María Bover ya publicó un catálogo sobre todas las colecciones del cardenal, pero no era un especialista en la materia. La de Soler será una obra «de divulgación con criterio científico», en la que, por ejemplo, aportará nuevos datos de «cómo llegó la colección a Palma». «Los finales del XVIII fueron unos tiempos políticos convulsos, el Papa había sido desterrado de Roma por Napoleón, había mucha confusión y hacer salir piezas del país era complicado». Soler ha buceado en el archivo del marqués de la Torre, que se encuentra en el Arxiu del Regne, y ha viajado a Italia para «comparar» el lapidario del cardenal con «el material» de los Museos Capitolinos o de las Termas de Diocleciano. De momento adelanta que «hay 58 inscripciones, cinco en griego y el resto en latín», que la mayoría de mármol de Carrara, y que son lápidas sepulcrales u honoríficas. Según Soler, casi todas proceden de la propia Roma y aunque el cardenal excavó cerca, en Arizzia, «sólo dos vendrían de esa zona». También apunta que «no todas son auténticas». Cabe recordar que en el XVIII y XIX, debido «a la demanda», en Italia «abundaron los talleres de copistas y falsarios» de antigüedades.