Cuando la iglesia de Sant Antoniet, situada en la calle Sant Miquel de Palma, estaba abierta al público «entraban entre 2.500 y 3.000 personas diarias», la mayor parte turistas. Pero este templo, -que desde la Edad Media formó parte del convento de los antonianos hospitalarios hasta 1788, fecha en que se suprimió la orden-, lleva varios años cerrado debido a su mal estado.
Ahora, los costurones o grietas, por los que se coló la humedad que ha destruido varios de los frescos que decoran las paredes, empiezan a ser reparadas.
El Obispado consiguió una subvención de 200.000 euros de la Conselleria de Obras Públicas que le ha permitido acometer una restauración «de mínimos», según ha explicado Bartomeu Bennassar, aparejador diocesano. La obra que se está llevando cabo se ha presupuestado en 252.000, por lo que la Diócesis asumirá la diferencia. Pero, por ahora, no hay dinero ni para restaurar las pinturas murales ni para la fachada y exteriores. Las pinturas componen un conjunto que asciende hasta la linterna de la cúpula. Unos frescos están deteriorados, pero otros ya han desaparecido por completo. De momento, además de las grietas se han abordado las escaleras que suben a las terrazas interiores, así como las balaustradas de madera que las cierran, y la cubierta. Una rehabilitación de todos los desperfectos alcanzaría los 600.000 euros. Las grietas, algunas considerables, se controlan desde finales de los años setenta y los 'testigos' demuestran, en algunos casos, el avance de las mismas. Bennássar cree que se produjeron «cuando se construyó el edificio de al lado». Los desgarrones son visibles en el interior y en el exterior del templo, en el que se había hablado de poner en marcha un centro de interpretación del Obispado y donde antes se hacían exposiciones.