Memorias de Queens y Una historia del Bronx le recordaban a menudo al dibujante y guionista Gabi Beltrán (Palma, 1966 ) cómo había sido su vida durante los dieciocho años que vivió en el barrio chino de Palma. Y así se decidió a hacer de su vida un guión y del guión, un cómic, Deu històries de barri. «Me crié allí, era un barrio conflictivo y deprimido, pero mis amigos y yo hacíamos cosas de niños, de adolescentes», explica Beltrán. Hasta que el caos y la falta de oportunidades se unieron para atrapar a muchos de esos niños con los que se crió y con los que iba a buscar a «marineros americanos para llevarlos hasta donde estaban las prostitutas» de la zona y ganarse cinco dólares para «comernos una hamburguesa».
Emociones
Las inquietudes intelectuales de Beltrán le hicieron tomar un rumbo diferente al de muchos de su pandilla. «En el barrio entró la droga, la heroína, y muchos de mis amigos se engancharon y murieron. Hace unos años apareció muerto por sobredosis uno de ellos en el centro de Palma, recuerdo su nombre y sus apellidos. Era mi mejor amigo», cuenta el dibujante, que comparte: «He tenido que escribir este guión desde la distancia, como si no fuera yo. Para escribir hay que hacerlo sin emoción, el que debe emocionarse es el lector». Más difícil fue dibujarlo, «fui incapaz» porque sentimentalmente le costaba reflejar aquel ambiente, traer a la memoria cada imagen de aquellos años. Por él, lo hizo Tomeu Seguí. «Tomeu me propuso dibujarla y confié en su talento y en su facilidad y habilidad para crear imágenes».
El guionista de Deu històries de barri no ha querido hacer «un panfleto de crítica social», ni un «melodrama», sólo «describir cómo era aquello». Una imagen que, según Beltrán, hoy se puede encontrar en otras zonas de esta ciudad porque a «la delincuencia» y a la marginación «se las echa de unas zonas para trasladarlas a otras».