Desde que Raimon (Valencia, 1940) y Joan Miró se conocieron en el restaurante Barcelona de París en el año 1964, la trayectoria del cantautor siempre ha estado muy ligada a la de uno de los mayores exponentes del surrealismo. «Yo tenía 23 años y me confesó que le gustaba mucho mi trabajo. Me sorprendió, porque yo era muy joven y la diferencia de edad era evidente», comentaba ayer el músico valenciano en una tertulia en la Fundació Pilar i Joan Miró de Palma con motivo de la clausura, mañana domingo, de la exposición Joan Miro. D'un roig encés.
Precisamente, este título de la muestra rinde homenaje a un poema que Raimon, uno de los mayores exponentes del movimiento de la Nova Cançó, dedicó a Miró en el año 1968. «Aunque lo escribí ese año, no se publicó hasta 1976 ya que tardó seis años en pasar la censura». Sobre el color rojo, «siempre ha sido más que un color, ha sido un símbolo y una estética de una ideología y una forma de pensar propia». «Por eso para parar en los semáforos la luz es roja, para desprestigiar», bromeó Raimon, quien también recordó otros momentos del franquismo. «Como artista, o te dabas un golpe contra un muro o te esforzabas en hacer un agujero en él para atravesarlo».
Generoso
El músico recuerda a Miró como un hombre «de carácter firme, con una gran capacidad para ser impasible y con un gran interés por lo que a él le gustaba». «Como persona, era muy agradable, y como pintor, no hace falta que diga nada, aunque su posición como celebridad y como parte de la historia del arte» no le impidió ser «generoso» y estar siempre «al lado de los artistas jóvenes», detalló.
En cuanto a su relación con las nuevas generaciones, Miró se mostraba «cercano» a éstos y «transmitía un inconformismo propio de la gente joven». «Era una persona absolutamente abierta y, en el fondo, sentía que nosotros hacíamos lo mismo que él».