Un cementerio judío, un montón de basura, grabados, telas y videoproyecciones conforman Entre la obra gráfica y la obra trágica. El resplandor de la inmundicia, la primera exposición individual en Ciutat de Albert Pinya (Palma, 1985), un trabajo lleno de «tragicomedia» y muy «autobiográfico, me cuesta separar el arte de la vida». La muestra se inaugura hoy, a las 20.00, en la galería Ferran Cano (Forn de la Glòria, 12) y se podrá ver hasta el próximo 12 de enero.
El artista se enfrenta a la «muerte» estrenándose en la técnica del mural dando forma a un cementerio judío, con tumbas de personajes como Miller, Einstein, Freud o Soutine, con las que Pinya reivindica «la fuerza y la etnia de la raza judía». Éste da paso al Proyecto Nápoles, una instalación en homenaje a la «riqueza de la inmundicia». «Es el primer impacto que tuve en mi visita a Italia, me llamó la atención la estética decadente y degradada de las calles napolitanas». En esta 'montaña' de escombros se pueden encontrar muñecas, una maquina de escribir, cráneos o una nave de Star Wars.
El resto de la muestra está compuesta por una serie de 30 grabados «enriquecidos con técnica mixta» pertenecientes a su obra gráfica de 2008, y una nueva colección de 12 acrílicos sobre tela, realizados este año y que muestran «mi evolución como artista» con nuevos recursos como el «relieve». «No me considero un artista de vanguardia o de tendencia, utilizo un lenguaje que perdure al paso del tiempo», confiesa Pinya.
La exposición se completa con un visionado de «palabras» en cinco monitores, situados en «un antiguo horno» de la sala, y una videproyección con imágenes de su obra, a cargo de Pedro Servera (Neurona), en el aljibe de la galería.