La rehabilitación de la cubierta de la Cartoixa de Valldemossa era más urgente de lo que, en principio, creían en el Bisbat. La incidencia de los temporales y las corrientes de viento que azotan esta zona de la Serra de Tramuntana permitían a las tejas desplazarse y correr a sus anchas, dejando totalmente desprotegidas algunas zonas del tejado, generando así graves problemas en el interior del monumento y destrozando algunas vigas, como la que puede verse en el imagen de la derecha. Así lo han comprobado los operarios que, desde hace varias semanas, trabajan en el cambio de la cubierta.
Sobre la antigua capilla del Sagrario, situada tras el altar de la iglesia, se encuentra una de las zonas más afectadas, ahora totalmente apuntalada. «Se tratará de recuperar todo el material posible, pero en esta zona se tendrá que levantar todo», explicó el aparejador diocesano, Bartomeu Bennàssar. Desde aquí parten las humedades que están afectando gravemente a las pinturas murales de Bayeu. «Ya se han levantado las tejas y se ha protegido todo el espacio, de modo que se han parado las filtraciones», apuntaron. Desde dentro del templo se puedan apreciar las consecuencias que ha supuesto tener una cubierta que ya no cumplía sus funciones. La humedad ha ganado todo el terreno.
El proceso de rehabilitación es lento. Las condiciones climatológicas no acompañan y cada zona en la que se interviene debe quedar al final de la jornada totalmente cerrada. El proyecto contempla el cambio de todas las bovedillas y vigas que están partidas, la impermeabilización, el remate de las cornisas, el refuerzo con mortero de cal de los aleros y el cambio de las tejas, que deberán ser fijadas especialmente «para que soporten las rachas de viento». Desde la torre del campanario, rehabilitada exteriormente, pero bastante afectada en el interior, se puede observar lo afectado que está todo el tejado. Adentrarse en su interior es desolador. Sobre las bóvedas de la iglesia, las palomas han hecho su hogar y, en algunas zonas, se conservan los restos de las medidas tomadas a lo largo de los años para evitar que el agua que se filtraba por la cubierta terminara destrozando las bóvedas.
Esta obra, presupuestada en 438.000 euros, acabará finalmente con estas deficiencias. Sin embargo, habrá que conseguir mucha más financiación para intervenir en las fachadas, arreglar los ventanales y rehabilitar los daños que esta resquebrajada cubierta ha provocado.