«Estaría subida al escenario todos los días; cuando actúo es cuando más viva me siento», decía el pasado mes de julio a este periódico la actriz Catalina Valls con motivo de su 90 cumpleaños. Así de vitalista y entusiasta fue toda su vida la que todos consideraban una gran dama del teatro, la decana de la profesión en Mallorca, que falleció ayer en Palma, y que será recordada no sólo por su faceta profesional, sino por su gran calidad humana. El funeral por su alma se celebrará el próximo lunes a las 20.00 en la iglesia de Sant Sebastià de Palma y el velatorio de sus restos mortales será hoy en Son Valentí entre las 08.00 y las 12.30 horas.
Actriz, rapsoda, poeta, narradora y dramaturga -en 2002 publicó su última novela, Aquella placeta dels Gíngols-fue una mujer moderna que se licenció en Magisterio en 1940, recibió formación teatral en el Institut del Teatre de Barcelona y por este tiempo se trasladó a Madrid, donde colaboró en Radio Nacional.
Al regresar a Mallorca formó parte del cuadro escénico Radio Teatro de Radio Mallorca y en 1947 estrenó en el Principal La corona comtal, a las órdenes de una de las grandes actrices de esta tierra, Catina Valls. La Agrupación Artística Illa D'Or y la compañía Artis contaron con Catalina Valls hasta que, en 1957, tras contraer matrimonio, abandonó el teatro durante doce años.
A su vuelta, se suceden sus interpretaciones más importantes, como la doña Obdulia de Mort de dama, en 1981, a las órdenes de Pere Noguera, con quien también representó Desbarats, ambos de Villalonga, título este último con el que hicieron gira por la Península. En 1998 volvió a encarnar a doña Obdulia, pero antes había trabajado en El rei Pepet (1954), de Llorenç Capellà; Estrenam Llibertat (1978), de Joan Santamaria; Condemnació i clemencia per una reina boja (1980); Aina Sacoma (1979), de Guillem Cabrer, El muts (1987), de Antoni Mus, entre otros muchos títulos, o Desig (1980), escrita por la propia actriz, que también firmó piezas como Dubte (1950) o Cárcel de silenci (1953).
Valls, como recordaba ayer Simón Andreu, nunca se cansaba de aprender: «En la vida, cada día hay que aprender y yo, con 90 años, quiero seguir aprendiendo», confesaba el pasado verano. La actriz, que hizo alguna incursión en el cine, -como en La Señora (1987), protagonizada por Silvia Tortosa-, también trabajó en las series Llàgrima de sang, Mossen Capellà y Bridaga Central. En su faceta literaria publicó en Cuba las novelas por entregas Mármol en llamas y La otra comedia y su obra poética es abundante
Recibió reconocimientos como el Premi Ramon Llull del Govern; la Antena de Oro de Antena 3, que le entregó el Grup Serra; la Medalla de Oro de la Fundación Miguel Àngel Asturias o el Ars Magna que la Casa Catalana de Mallorca le concedió el pasado septiembre. En 1995 recibió un homenaje del Consell y de Cort y este mes debía recoger un Premio Escénica honorífico.
El domingo, a las 20.00, la cantante Nuria Feliú, de la que era amiga, la recordará en la Casa Catalana, c/Viñaza 3 de Palma.