Una ruptura sentimental y el incendio de su piso llevaron al pintor y dibujante catalán Miguel Fuster a vivir en la calle durante 15 años. Su labor de artista le ayudó a salir adelante y, ahora, ocho años después de abandonar la indigencia, acaba de publicar su primera novela gráfica, titulada Miguel, 15 años en la calle.
Este libro y su propia experiencia personal le sirvieron ayer para ofrecer una conferencia en el centro de exclusión social Can Gazà, dentro de la programación de la Fireta de Llibres i Tebeos Vells que hoy continúa en La Misericòrdia.
Fue hace ocho años cuando la Fundació Arrels decidió tutelar a Fuster y ofrecerle un lugar donde vivir. Entonces, desde la asociación, le propusieron escribir un blog en el que contase su experiencia e ilustrarla con sus propios dibujos. «Cuando vives en la calle, no vives en paz. Tienes miedo, frío y te torturas por dentro». Así de claro se manifiesta Fuster sobre una etapa de su vida en la que no tenía nada más que «una manta, mis herramientas de dibujo, una bolsa con mis cosas y algo de alcohol para beber».
Fuster asegura que el «alcoholismo» va siempre ligado al indigente. «El alcohol es una droga muy dura. Al principio, me intentaron ayudar mis familiares y la asistencia social, pero no quieres que te ayuden».
Para el dibujante recordar estas experiencias y trasladarlas a un papel en blanco supone un esfuerzo «muy duro, volver a recrear aquellos momentos que has vivido no es nada fácil».
Aislado en las montañas cercanas a Barcelona -huyendo de la violencia y el bullicio de la ciudad-, Fuster reconoce que ha pasado por momentos muy duros, como «agresiones» por parte de algunos ciudadanos.
Sin duda, el caso de Miguel Fuster es un claro ejemplo de que, con «empeño», se puede salir adelante.