Con Soy (1975) inició su conquista del mundo, confirmando que había nacido una estrella que sabía extraer oro sonoro del pozo más profundo de las emociones. Miguel Bosé se encontró, de la noche a la mañana, convertido en un nuevo ídolo capaz de generar tendencias tan arrolladoras como infecciosas. Con una caligrafía musical impecable, aderezada por una melodía ajustada con calzador, sus creaciones no sólo le han permitido sobrevivir sino también trascender. Tras tres años invertidos en la multitudinaria gira Papito, llega una nueva prueba del algodón: Cardio (2010), y ni rastro de manchas. Doce canciones que no abandonan la luminosidad de su cuarto creativo, un disco de una madurez envidiable que refuerza la vía de la calma para hablar, una vez más, del amor como sinónimo de vida. Su concierto se celebrará el próximo día 26 en Felanitx.
-¿Cuál fue el punto de partida de Cardio?
-La idea comienza a fraguarse en febrero de 2009, una vez finalizada la gira de Papito en Colombia. Empiezo a componer el esbozo de las canciones y me sorprendo al comprobar que el resultado no era el que yo había previsto, mis expectativas eran totalmente diferentes. El material resultaba mucho más brioso, poderoso y estimulante, a la vez que insensato. Finalmente, el resultado me agradó porque sonaba muy fresco, recuerda al sonido de los setenta.
-La inercia del tiempo acomoda a muchos artistas veteranos, pero sus canciones siguen respirando un aire muy vanguardista...
-Sí, es algo que surge por defecto, siempre me he resistido a trabajar con un tipo de estructuras musicales con las que haya experimentado anteriormente. Necesito mirar hacia adelante, buscar nuevos campos y experimentar tanto a nivel técnico como armónico. Piensa que tras grabar unas canciones hay que defenderlas sobre el escenario, y uno acaba un poco cansado de repetir las mismas estructuras durante todo el tiempo que dura el proceso de explotación de un álbum.
-Últimamente no se prodiga mucho en la composición de baladas...
-Tengo alergia a las canciones de amor, normalmente son canciones que escribo por chantaje. Aunque reconozco que con ellas he logrado grandes éxitos.
-En su biografía se entrelazan nombres como Picasso, Almodóvar, Hemingway o Warhol, ¿de qué modo le influyeron?
-Forman parte del mito familiar, no del musical. No han tenido nada que ver en mi creación, en cualquier caso no de forma directa. Aunque indirectamente podría decirse que sus actitudes humanas me enseñaron a mantener una sólida convicción en mi propia creatividad. En el caso de Picasso, yo era muy joven cuando él andaba siempre por casa. Tras haber convivido mucho tiempo con la persona, fue con el paso de los años cuando me enfrenté al artista y a su obra.
-¿En una trayectoria que alcanza los treinta y tres años se aprende a sobrevivir o se agudiza el ingenio para reinventarse?
-Tras una carrera tan extensa, a cada nuevo paso te asaltan dudas y la única forma de sortearlas es exigiéndote siempre el máximo. Con los años se gana lucidez, pero es cosa tuya si deseas emplearla en mejorar tu trabajo o quedarte estancado en el pasado. Jamás me hago concesiones de ningún tipo, siempre procuro estar en alerta creativa.
-¿Cree que ha pasado de marcar tendencias a sumarse a ellas?
-Nunca me lo he planteado. Cuando trabajo las ideas me salen naturales, hay veces que los sonidos de moda se reproducen de algún modo en las canciones que escribo, y otras que no. Es algo difícil de controlar. De una forma u otra, las tendencias siempre acaban salpicándote. En cualquier caso, no hago las cosas de forma premeditada.
-¿Es consciente de lo difícil que resulta etiquetar su música?
-Desde los medios de prensa siempre se ha tenido la necesidad de encuadrar el 'sello Bosé': este álbum es pop, el otro rock, el de más allá dance.... Para vosotros resulta difícil concebir la música sin que esté sujeta a una etiqueta o genérica, y yo no compongo pensando en si la canción sonará de esta u otra forma, lo hago en base a unos criterios de cohesión armónica y melódica.
Miguel Bosé. 26 de agosto, 22.00 horas. Parc Municipal Sa Torres de Felanitx. 35 euros.