El Castell de Bellver recibirá el 16 de agosto, a las 22.00 horas, a cinco músicos de la Orquesta Filarmónica de Nueva York, dentro del cartel del festival Serenates d´Estiu que organiza Joventuts Musicals. Entre ellos estará Pascual Martínez Forteza (Palma de Mallorca, 1972), único intérprete español en toda la historia de esta formación. En el recital de música de cámara que ofrecerá en la Isla, el clarinetista estará acompañado por Yulia Ziskel y Elizabeth Zeltser, al violín; Vivek Kamath, a la viola, y Sumire Kudo, al celo.
-Desde 2001 es el único español miembro de la Orquesta Filarmónica de Nueva York. ¿Qué significa este hecho como músico para usted?
-Te hace sentir muy bien porque los músicos nos pasamos muchos años estudiando, trabajando, ensayando, preparando conciertos y audiciones, intentando llegar a ser algo reconocido y tener un buen trabajo. Cuando lo consigues te das cuenta de que has hecho un buen trabajo y has llegado a un sitio importante. Es un orgullo como mallorquín poder tocar en esta orquesta.
-¿Cómo llegó a formar parte de esta prestigiosa orquesta?
-Lo primero que hice fue marcharme a estudiar, en 1996, a la University South of California, en Los Angeles (Estados Unidos), donde estudié dos años. Ése fue el inicio. Después hice una audición para la Orquesta Sinfónica de Cincinnati y me cogieron. Estuve tres años con ellos, hasta finales del 2000, que fue cuando hice la prueba para la Filarmónica de Nueva York. Al estar en Estados Unidos es más fácil acceder a este tipo de audiciones, ya que desde España no te planteas ir allí a audicionar. Son como unas oposiciones, tienes un temario y te tienes que examinar.
-¿Cuál es la dinámica de trabajo en una formación tan exigente como la Orquesta Filarmónica de Nueva York?
-Es muy diferente, en la forma de trabajar, a lo que estaba acostumbrado en España. Hacemos muchos conciertos y muy pocos ensayos. Podemos hacer hasta cuatro o cinco conciertos a la semana y no hay mucho tiempo para ensayar. El ritmo de trabajo es mucho más rápido, de esta manera tú también evolucionas y te conviertes en una persona mucho más rápida que antes ya que te tienes que enfrentar a un recital con tan sólo dos días de antelación.
-En 2004 inicia una colaboración con la pianista Gema Nieto. ¿De dónde surge esta unión entre ambos?
-Además de pianista y de que nos conocimos en Nueva York, también es mi esposa. Le comenté si quería tocar conmigo y de ahí empezó nuestra colaboración como dúo. El resultado funcionó muy bien. Después surgió algo más y al año y medio nos casamos. Fue curioso conocer a alguien español en una ciudad como Nueva York, donde, por otra parte, hay mucha gente española. Intentamos tocar juntos lo máximo posible.
-¿Prefiere los grandes recitales de orquesta o conciertos íntimos como solista o en dúo?
-Los dos, porque la orquesta es lo que hago, es mi trabajo diario y disfruto muchísimo. Pero el poder tocar con un grupo de cámara, como ocurrirá en el concierto del día 16 en el Castell de Bellver, o junto a un piano, algo más íntimo, te permite expresarte de otra manera mucho más personal. Las dos cosas son muy compensatorias y disfruto mucho de las dos.
-Usted ha recorrido los cinco continentes con su música. ¿Qué rincones le han impresionado más?
-Los sitios más curiosos son los países asiáticos porque son muy diferentes a nuestra cultura y a América, también. El año pasado estuvimos en Vietnam, un sitio muy curioso y diferente a todo lo que había visto. También hemos estado en Singapur, Malasia o Abu Dabi, en los Emiratos Àrabes, también muy curioso.
-¿Qué recuerda de sus inicios en la Orquestra Simfònica de Balears, donde ingreso con tan sólo 18 años?
-Fue una pasada. Para mí fue importante tocar con la Simfònica porque me abrió muchísimos caminos y aprendí mucho también. Era muy joven y eso me dio experiencia; además, me di cuenta de que esto era lo que realmente me gustaba y me lo pasé muy bien con mis compañeros. Es un recuerdo increíble y de hecho tengo muchos amigos que siguen ahí con los que todavía mantengo el contacto.
-¿Que ha aprendido de su padre, Pascual Martínez, quien fue director de banda, clarinete solista de Simfònica y profesor en el Conservatorio?
-Yo creo que aprendí de verle tocar, desde que nací escuchaba a mi padre en casa. Él me lo enseñó todo. Yo era muy pequeño, pero me fijaba mucho en cómo ensayaba, tocaba y preparaba los conciertos.
-¿Cree que es necesario abandonar la Isla para triunfar en el mundo de la música clásica?
-La Isla no es un problema, pero está muy limitada en cuanto a la música clásica. Tiene a la Simfónica, pero para triunfar te tienes que marchar. La cuestión es, ¿a qué llamamos triunfar?, igual alguien que está tocando en la Orquestra ha triunfado. Aun así hay otros sitios mucho más importantes, con más nivel, con otro tipo de infraestructuras y más posibilidades.